Diay, maes, a veces toca soltar el cafecito y hablar de varas serias. Uno aquí, en medio del "pura vida", a veces siente que el resto del mundo está en otra película, una de acción bien violenta y sin subtítulos. Y justo cuando uno cree que la cosa no se puede poner peor, nos llega el comunicado de la Cancillería tica, que tuvo que ponerse los guantes y recordarle a Rusia que bombardear ciudades no es precisamente una forma de hacer amigos. El Gobierno, con toda la razón del mundo, salió a condenar el más reciente despiche que armaron en Kiev, donde no solo se volaron infraestructura civil, sino que hasta le dieron a la sede de la Unión Europea. ¡Qué nivel de puntería para jalarse una torta!
La vara es que el comunicado oficial, aunque escrito en ese lenguaje diplomático que a veces suena a robot, en el fondo dice lo que todos pensamos: ¡ya párenle! Costa Rica, fiel a su costumbre de ser el mae pacifista del barrio, reitera su apoyo a Ucrania y le hace un llamado urgente a Rusia para que le baje dos rayitas al conflicto. Porque una cosa es tener diferencias y otra muy distinta es empezar a tirar misiles y drones como si fueran confeti en un carnaval. Los más salados, como siempre, son los civiles. El texto fuente habla de miles de personas sin electricidad en pleno invierno y de gente herida en estaciones de tren. Imagínense el caos: estás esperando el tren para ir al brete y de la nada te cae un chunche del cielo. Sencillamente inaceptable.
Lo que dice la Casa Amarilla es básicamente un resumen en cinco párrafos de por qué el Derecho Internacional existe. Califican las acciones de Rusia como una "grave violación al Derecho Internacional Humanitario y a la soberanía e integridad territorial de Ucrania". Traducido al tico: lo que están haciendo es pasarse por la galleta las reglas más básicas de convivencia mundial. No es solo un ataque a Ucrania; es un manotazo en la cara a todos los esfuerzos por mantener un mínimo de orden y paz. Con cada bombardeo, cualquier intento de diálogo o de un alto al fuego se va al traste. Es como intentar construir un castillo de arena mientras alguien te lo patea sin misericordia.
Y para ponerle la cereza al pastel del cinismo, mientras todo este despiche pasaba, las noticias reportan que Putin andaba de lo más tranquilo en China, en un desfile militar al lado de Xi Jinping y Kim Jong Un. O sea, el nivel de desconexión con la realidad es de otro planeta. El mismo presidente ucraniano, Zelenski, lo dijo claro: estas acciones demuestran la impunidad con la que actúa Putin y que el mundo no puede quedarse de brazos cruzados. No se trata de ideologías, se trata de que hay una línea muy clara entre un conflicto político y masacrar a la población civil porque sí, y esa línea se cruzó hace mucho tiempo.
Al final del día, Costa Rica hace lo que sabe hacer: usar la palabra como su única arma. Nuestro país, sin ejército y con una bandera de paz que nos pesa y nos enorgullece, reafirma su condena y pide, casi ruega, que se proteja a la gente inocente. Pero aquí es donde entra la discusión de verdad. Maes, más allá del comunicado que está muy bien, ¿qué más puede o debería hacer un país como el nuestro? ¿Son estas condenas diplomáticas suficientes o es pura hablada? ¿O es que en una vara tan compleja como esta, nuestra voz de "país de paz" es lo único que tenemos y hay que usarla con todo?
La vara es que el comunicado oficial, aunque escrito en ese lenguaje diplomático que a veces suena a robot, en el fondo dice lo que todos pensamos: ¡ya párenle! Costa Rica, fiel a su costumbre de ser el mae pacifista del barrio, reitera su apoyo a Ucrania y le hace un llamado urgente a Rusia para que le baje dos rayitas al conflicto. Porque una cosa es tener diferencias y otra muy distinta es empezar a tirar misiles y drones como si fueran confeti en un carnaval. Los más salados, como siempre, son los civiles. El texto fuente habla de miles de personas sin electricidad en pleno invierno y de gente herida en estaciones de tren. Imagínense el caos: estás esperando el tren para ir al brete y de la nada te cae un chunche del cielo. Sencillamente inaceptable.
Lo que dice la Casa Amarilla es básicamente un resumen en cinco párrafos de por qué el Derecho Internacional existe. Califican las acciones de Rusia como una "grave violación al Derecho Internacional Humanitario y a la soberanía e integridad territorial de Ucrania". Traducido al tico: lo que están haciendo es pasarse por la galleta las reglas más básicas de convivencia mundial. No es solo un ataque a Ucrania; es un manotazo en la cara a todos los esfuerzos por mantener un mínimo de orden y paz. Con cada bombardeo, cualquier intento de diálogo o de un alto al fuego se va al traste. Es como intentar construir un castillo de arena mientras alguien te lo patea sin misericordia.
Y para ponerle la cereza al pastel del cinismo, mientras todo este despiche pasaba, las noticias reportan que Putin andaba de lo más tranquilo en China, en un desfile militar al lado de Xi Jinping y Kim Jong Un. O sea, el nivel de desconexión con la realidad es de otro planeta. El mismo presidente ucraniano, Zelenski, lo dijo claro: estas acciones demuestran la impunidad con la que actúa Putin y que el mundo no puede quedarse de brazos cruzados. No se trata de ideologías, se trata de que hay una línea muy clara entre un conflicto político y masacrar a la población civil porque sí, y esa línea se cruzó hace mucho tiempo.
Al final del día, Costa Rica hace lo que sabe hacer: usar la palabra como su única arma. Nuestro país, sin ejército y con una bandera de paz que nos pesa y nos enorgullece, reafirma su condena y pide, casi ruega, que se proteja a la gente inocente. Pero aquí es donde entra la discusión de verdad. Maes, más allá del comunicado que está muy bien, ¿qué más puede o debería hacer un país como el nuestro? ¿Son estas condenas diplomáticas suficientes o es pura hablada? ¿O es que en una vara tan compleja como esta, nuestra voz de "país de paz" es lo único que tenemos y hay que usarla con todo?