Mae, si usted se imagina el Colegio de Médicos y Cirujanos, seguro piensa en gente seria, batas blancas y un silencio casi de biblioteca, ¿verdad? Bueno, imagínese esa misma vara pero con narices rojas, zapatos gigantes y un fiestón de alegría. Así, o muy parecido, fue el ambiente en la graduación de 36 nuevos doctores payaso de la organización Hospisonrisas. Con esta sétima generación, que se dice fácil, queda más que claro que en Costa Rica la mejor medicina a veces no viene en frasco. ¡Qué nivel de evento y de iniciativa!
Seamos honestos, un hospital no es precisamente el lugar más tuanis para pasar el rato. Entre la preocupación, el dolor y la espera, el ánimo se puede ir al suelo más rápido que un aguacero de octubre. Aquí es donde entran estos héroes anónimos. Desde hace 18 años, la gente de Hospisonrisas se ha dedicado a formar voluntarios que no llegan con un estetoscopio tradicional, sino con el chunche más poderoso de todos: la risa. Su misión es simple pero increíblemente profunda: transformar la experiencia de estar internado, tanto para los pacientes como para sus familias, dándoles un respiro de humanidad y esperanza en medio de la tormenta.
Y ojo, que esta vara no es solo un vacilón para pasar el rato. La misma Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) le da el visto bueno y hasta los celebra. De hecho, en la ceremonia de graduación estuvo presente Alexander Sánchez, el gerente Médico de la Caja, quien se mandó una frase que resume todo: “El compromiso de la seguridad social costarricense es con la atención integral y el trato cálido. Iniciativas como Hospisonrisas fortalecen la relación médico-paciente desde la empatía, la esperanza y la alegría”. Traducción: hasta los meros meros de la Caja saben que una sonrisa puede ser tan sanadora como un tratamiento. Esto no es un simple brete de fin de semana; es una pieza clave para que la salud en Tiquicia sea más humana.
Póngase en los zapatos de alguien internado, ya sea un niño o un adulto mayor. Los días son largos, las noticias a veces no son buenas y el ambiente… diay, es un hospital. La labor de estos doctores payaso va mucho más allá de contar un par de chistes. Ellos son expertos en leer el ambiente, en conectar desde la empatía y en recordarle a la gente que, detrás del diagnóstico y del número de cama, hay una persona que merece reír. Rompen la monotonía, alivian la tensión del personal médico y, lo más importante, le devuelven un poquito de control y alegría al paciente. ¡Qué carga de labor la que hacen, de verdad!
Con esta nueva generación de 36 graduados, Hospisonrisas no solo suma más manos (y narices rojas) a su increíble equipo, sino que manda un mensaje clarísimo: la salud integral va más allá de las pastillas y los procedimientos. Es también compasión, es humor y es, sobre todo, humanidad. Es un recordatorio de que, incluso en los momentos más difíciles, siempre hay espacio para una sonrisa. Un aplauso de pie para estos voluntarios que deciden invertir su tiempo en el bienestar emocional de los demás. A cachete con ellos.
Ahora les pregunto a ustedes, foreros: ¿Han tenido alguna experiencia (propia o de un familiar) con estos doctores payaso en algún hospital? ¿Creen que este tipo de iniciativas deberían ser la norma y no la excepción en nuestro sistema de salud? ¡Los leo!
Seamos honestos, un hospital no es precisamente el lugar más tuanis para pasar el rato. Entre la preocupación, el dolor y la espera, el ánimo se puede ir al suelo más rápido que un aguacero de octubre. Aquí es donde entran estos héroes anónimos. Desde hace 18 años, la gente de Hospisonrisas se ha dedicado a formar voluntarios que no llegan con un estetoscopio tradicional, sino con el chunche más poderoso de todos: la risa. Su misión es simple pero increíblemente profunda: transformar la experiencia de estar internado, tanto para los pacientes como para sus familias, dándoles un respiro de humanidad y esperanza en medio de la tormenta.
Y ojo, que esta vara no es solo un vacilón para pasar el rato. La misma Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) le da el visto bueno y hasta los celebra. De hecho, en la ceremonia de graduación estuvo presente Alexander Sánchez, el gerente Médico de la Caja, quien se mandó una frase que resume todo: “El compromiso de la seguridad social costarricense es con la atención integral y el trato cálido. Iniciativas como Hospisonrisas fortalecen la relación médico-paciente desde la empatía, la esperanza y la alegría”. Traducción: hasta los meros meros de la Caja saben que una sonrisa puede ser tan sanadora como un tratamiento. Esto no es un simple brete de fin de semana; es una pieza clave para que la salud en Tiquicia sea más humana.
Póngase en los zapatos de alguien internado, ya sea un niño o un adulto mayor. Los días son largos, las noticias a veces no son buenas y el ambiente… diay, es un hospital. La labor de estos doctores payaso va mucho más allá de contar un par de chistes. Ellos son expertos en leer el ambiente, en conectar desde la empatía y en recordarle a la gente que, detrás del diagnóstico y del número de cama, hay una persona que merece reír. Rompen la monotonía, alivian la tensión del personal médico y, lo más importante, le devuelven un poquito de control y alegría al paciente. ¡Qué carga de labor la que hacen, de verdad!
Con esta nueva generación de 36 graduados, Hospisonrisas no solo suma más manos (y narices rojas) a su increíble equipo, sino que manda un mensaje clarísimo: la salud integral va más allá de las pastillas y los procedimientos. Es también compasión, es humor y es, sobre todo, humanidad. Es un recordatorio de que, incluso en los momentos más difíciles, siempre hay espacio para una sonrisa. Un aplauso de pie para estos voluntarios que deciden invertir su tiempo en el bienestar emocional de los demás. A cachete con ellos.
Ahora les pregunto a ustedes, foreros: ¿Han tenido alguna experiencia (propia o de un familiar) con estos doctores payaso en algún hospital? ¿Creen que este tipo de iniciativas deberían ser la norma y no la excepción en nuestro sistema de salud? ¡Los leo!