Maes, paren todo un toque porque acaba de salir la última encuesta de Opol y, para serles franca, la vara está para sentarse a analizarla con un cafecito bien cargado. Cuando uno cree que el panorama político no se puede poner más interesante (o más raro, según se vea), salen estos números y le dan una bofetada de realidad a más de uno. La candidata oficialista, Laura Fernández, no solo va ganando, es que va en un cohete y los demás parece que van a pie y con las tenis rotas. Con un 27% de intención de voto, le está sacando un mundo de ventaja a sus perseguidores más cercanos.
Y es que "perseguidores" casi que suena a mucho. Diay, es que estamos hablando de que Álvaro Ramos, del PLN, apenas rasguña un 8,4% y Natalia Díaz, de Unidos Podemos, se queda con un 7,2%. Es una diferencia abismal. Para ponerlo en perspectiva, Fernández tiene más del triple de apoyo que el segundo lugar. Si esto fuera una carrera de atletismo, ella ya estaría dando la vuelta olímpica mientras los otros apenas van por la mitad. Hasta Fabricio Alvarado, que siempre tiene su base sólida, parece que va para atrás como el cangrejo, bajando un poquito de 7,1% a 6,8%. A este paso, los equipos de campaña de todos los que no se llaman Laura deben estar en reunión de emergencia preguntándose qué torta se están jalando.
Pero aquí es donde el asunto se pone más denso y, en mi opinión, más revelador. El verdadero "segundo lugar" en esta encuesta no es un candidato, es el descontento puro y duro. Un masivo 28% de la gente entrevistada dice, sin pelos en la lengua, que no votaría por NINGUNA de las opciones. ¡Un veintiocho por ciento! A eso súmele un 5,6% que todavía está viendo para el techo y no sabe por quién. O sea, más de un tercio del electorado está completamente desconectado de la oferta actual. Esto no es solo un dato, es un grito silencioso. Es la gente diciendo que ningún chunche de los que están en la vitrina les sirve o les convence.
Y si nos vamos a la vara de los partidos, la cosa se enreda todavía más. Resulta que el partido de gobierno, Pueblo Soberano, acumula un 15% de apoyo. El PLN un 10,5% y la Unidad un 3,2%. ¿Ven el cortocircuito? Fernández (27%) jala muchísima más gente que su propio partido (15%), mientras que el PLN como marca (10,5%) sigue siendo más fuerte que su candidato, Ramos (8,4%). Esto nos dice que el voto se está volviendo cada vez más personalista y que las banderas tradicionales ya no pesan tanto como antes. La gente vota por la persona, no tanto por los colores, y eso le da un poder inmenso al candidato que logre conectar.
En resumen, el brete que tienen por delante los partidos de oposición es titánico. No solo tienen que ver cómo le recortan una ventaja que parece de otro planeta a Fernández, sino que tienen que ir a pescar en esa laguna gigante de gente harta y desilusionada que representa casi el 34% del país. Y esa, maes, es la tarea más difícil de todas. Convencer a alguien que ya tiró la toalla es mil veces más complicado que robarle un voto al vecino. La encuesta de Opol no es solo una foto del momento, es una radiografía de un país con una puntera clarísima y una mayoría silenciosa que no se siente representada por nadie.
Ahora les tiro la bola a ustedes, ¿qué opinan de este despiche? ¿Creen que esto ya está cocinado y es la crónica de una victoria anunciada para Laura Fernández? ¿O alguno de los de atrás tiene chance de pegarle un susto de aquí a las elecciones? Y más importante: ¿cómo se le hace para convencer a ese montón de gente que, de momento, mandó a todos para el carajo?
Y es que "perseguidores" casi que suena a mucho. Diay, es que estamos hablando de que Álvaro Ramos, del PLN, apenas rasguña un 8,4% y Natalia Díaz, de Unidos Podemos, se queda con un 7,2%. Es una diferencia abismal. Para ponerlo en perspectiva, Fernández tiene más del triple de apoyo que el segundo lugar. Si esto fuera una carrera de atletismo, ella ya estaría dando la vuelta olímpica mientras los otros apenas van por la mitad. Hasta Fabricio Alvarado, que siempre tiene su base sólida, parece que va para atrás como el cangrejo, bajando un poquito de 7,1% a 6,8%. A este paso, los equipos de campaña de todos los que no se llaman Laura deben estar en reunión de emergencia preguntándose qué torta se están jalando.
Pero aquí es donde el asunto se pone más denso y, en mi opinión, más revelador. El verdadero "segundo lugar" en esta encuesta no es un candidato, es el descontento puro y duro. Un masivo 28% de la gente entrevistada dice, sin pelos en la lengua, que no votaría por NINGUNA de las opciones. ¡Un veintiocho por ciento! A eso súmele un 5,6% que todavía está viendo para el techo y no sabe por quién. O sea, más de un tercio del electorado está completamente desconectado de la oferta actual. Esto no es solo un dato, es un grito silencioso. Es la gente diciendo que ningún chunche de los que están en la vitrina les sirve o les convence.
Y si nos vamos a la vara de los partidos, la cosa se enreda todavía más. Resulta que el partido de gobierno, Pueblo Soberano, acumula un 15% de apoyo. El PLN un 10,5% y la Unidad un 3,2%. ¿Ven el cortocircuito? Fernández (27%) jala muchísima más gente que su propio partido (15%), mientras que el PLN como marca (10,5%) sigue siendo más fuerte que su candidato, Ramos (8,4%). Esto nos dice que el voto se está volviendo cada vez más personalista y que las banderas tradicionales ya no pesan tanto como antes. La gente vota por la persona, no tanto por los colores, y eso le da un poder inmenso al candidato que logre conectar.
En resumen, el brete que tienen por delante los partidos de oposición es titánico. No solo tienen que ver cómo le recortan una ventaja que parece de otro planeta a Fernández, sino que tienen que ir a pescar en esa laguna gigante de gente harta y desilusionada que representa casi el 34% del país. Y esa, maes, es la tarea más difícil de todas. Convencer a alguien que ya tiró la toalla es mil veces más complicado que robarle un voto al vecino. La encuesta de Opol no es solo una foto del momento, es una radiografía de un país con una puntera clarísima y una mayoría silenciosa que no se siente representada por nadie.
Ahora les tiro la bola a ustedes, ¿qué opinan de este despiche? ¿Creen que esto ya está cocinado y es la crónica de una victoria anunciada para Laura Fernández? ¿O alguno de los de atrás tiene chance de pegarle un susto de aquí a las elecciones? Y más importante: ¿cómo se le hace para convencer a ese montón de gente que, de momento, mandó a todos para el carajo?