Maes, seamos honestos. El tema de que Costa Rica entre a la Alianza del Pacífico ya parece serie de Netflix: lleva años en el aire, con temporadas más emocionantes que otras y un montón de gente preguntándose si algún día veremos el final. Pero parece que acaban de soltar un tráiler que pone las cosas interesantes. Resulta que los meros meros del comercio exterior mexicano, la gente del COMCE, salieron a decir con todas las letras que nos quieren en su club, y no solo para llenar un campo. ¡Qué nivel!
Según Sergio Contreras, el mae que la corta en el Consejo Empresarial de la Alianza del Pacífico allá en México, sumar a Tiquicia sería una jugada maestra. El tipo no se anduvo por las ramas y soltó la sopa en un foro aquí mismo, en Chepe. Dijo que somos unos cargas en sectores clave como alta tecnología, dispositivos médicos y agroindustria. Básicamente, reconoció que mientras ellos tienen el tamaño y la escala, nosotros tenemos el “know-how” y el talento humano que se la juega. Mencionó nuestro liderazgo exportador y el hecho de estar en la OCDE como si fueran medallas de oro. Y diay, no le falta razón, es un buen recordatorio de que en ciertas varas, jugamos en primera división.
Pero lo más tuanis de todo este asunto es el panorama general. Esto no es solo para vender más piñas o catéteres. La jugada de fondo tiene nombre y apellido: nearshoring. ¿Les suena? Es la vara de que las empresas gringas y europeas ya no quieren tener sus fábricas al otro lado del mundo en Asia, con todo el despiche logístico que eso implica. Ahora quieren tener a sus proveedores más cerquita, y ahí es donde entramos nosotros. La Alianza del Pacífico quiere ser LA plataforma para ese negocio, y vernos como un “puente” que conecta el Atlántico con el Pacífico y, de paso, a toda Centroamérica, es una visión bastante carga. Seríamos como la bisagra estratégica de un corredor comercial que podría agilizar todo un montón.
Claro, no todo es un camino de rosas y café chorreado. El mismo Contreras, después de tirarnos todas esas flores, también nos mandó un filazo sutil pero directo: nuestros costos logísticos y la infraestructura son un dolor. Y esa es la pura verdad. De nada nos sirve ser unos genios produciendo chunches de altísima tecnología si mover un contenedor de Caldera a Limón sigue siendo una odisea épica y carísima. Es el recordatorio de que para jugar en las grandes ligas, no solo hay que tener buenos jugadores, sino también una buena cancha. El brete que tenemos por delante en carreteras, puertos y eficiencia aduanera es monumental.
Al final, que todo el gabinete de comercio exterior, el canciller y los embajadores de los países miembros estuvieran en este foro demuestra que la cosa va en serio. No es pura paja. Hay una intención real de pisar el acelerador. La Alianza no es solo quitar aranceles; es crear un ecosistema de inversión y movimiento de capital y personas que nos podría catapultar. Pero diay, la pregunta del millón sigue en el aire y es para nosotros, los que andamos a pie: ¿De verdad estamos listos para este salto? ¿Tenemos la mentalidad y, más importante, la infraestructura para competir de verdad, o corremos el riesgo de que la oportunidad se nos vaya al traste por no haber hecho la tarea en casa?
Ahí se las dejo picando en el área, ¿qué opinan ustedes?
Según Sergio Contreras, el mae que la corta en el Consejo Empresarial de la Alianza del Pacífico allá en México, sumar a Tiquicia sería una jugada maestra. El tipo no se anduvo por las ramas y soltó la sopa en un foro aquí mismo, en Chepe. Dijo que somos unos cargas en sectores clave como alta tecnología, dispositivos médicos y agroindustria. Básicamente, reconoció que mientras ellos tienen el tamaño y la escala, nosotros tenemos el “know-how” y el talento humano que se la juega. Mencionó nuestro liderazgo exportador y el hecho de estar en la OCDE como si fueran medallas de oro. Y diay, no le falta razón, es un buen recordatorio de que en ciertas varas, jugamos en primera división.
Pero lo más tuanis de todo este asunto es el panorama general. Esto no es solo para vender más piñas o catéteres. La jugada de fondo tiene nombre y apellido: nearshoring. ¿Les suena? Es la vara de que las empresas gringas y europeas ya no quieren tener sus fábricas al otro lado del mundo en Asia, con todo el despiche logístico que eso implica. Ahora quieren tener a sus proveedores más cerquita, y ahí es donde entramos nosotros. La Alianza del Pacífico quiere ser LA plataforma para ese negocio, y vernos como un “puente” que conecta el Atlántico con el Pacífico y, de paso, a toda Centroamérica, es una visión bastante carga. Seríamos como la bisagra estratégica de un corredor comercial que podría agilizar todo un montón.
Claro, no todo es un camino de rosas y café chorreado. El mismo Contreras, después de tirarnos todas esas flores, también nos mandó un filazo sutil pero directo: nuestros costos logísticos y la infraestructura son un dolor. Y esa es la pura verdad. De nada nos sirve ser unos genios produciendo chunches de altísima tecnología si mover un contenedor de Caldera a Limón sigue siendo una odisea épica y carísima. Es el recordatorio de que para jugar en las grandes ligas, no solo hay que tener buenos jugadores, sino también una buena cancha. El brete que tenemos por delante en carreteras, puertos y eficiencia aduanera es monumental.
Al final, que todo el gabinete de comercio exterior, el canciller y los embajadores de los países miembros estuvieran en este foro demuestra que la cosa va en serio. No es pura paja. Hay una intención real de pisar el acelerador. La Alianza no es solo quitar aranceles; es crear un ecosistema de inversión y movimiento de capital y personas que nos podría catapultar. Pero diay, la pregunta del millón sigue en el aire y es para nosotros, los que andamos a pie: ¿De verdad estamos listos para este salto? ¿Tenemos la mentalidad y, más importante, la infraestructura para competir de verdad, o corremos el riesgo de que la oportunidad se nos vaya al traste por no haber hecho la tarea en casa?
Ahí se las dejo picando en el área, ¿qué opinan ustedes?