Mae, seamos honestos. A todos nos ha pasado por la jupa ese mini infarto al abrir la app del banco. Ese segundo de terror en el que uno piensa: “¿y si mi plata ya no está?”. Para demasiada gente, ese susto se ha vuelto una realidad bien amarga. Cada día se oye más la historia del compa, la tía o el vecino al que le vaciaron la cuenta con un SINPE falso o un link todo raro. Es un despiche total, y lo peor es que cuando uno va a reclamar, se siente como hablarle a una pared. La plata se esfuma y parece que la responsabilidad también.
Diay, resulta que la Defensoría de los Habitantes, con Angie Cruickshank a la cabeza, se cansó del cuento. Acaban de tirar una bomba que tiene a más de un banquero sudando frío. Señalaron lo que muchos ya sabíamos por pura experiencia: cuando te estafan, el proceso para reclamar es un enredo diseñado para que uno se rinda. Los bancos, muy convenientemente, muchas veces le tiran la pelota al cliente, diciendo que fue “su culpa”, pero sin mostrar un solo informe técnico que demuestre que sus sistemas de seguridad son la última maravilla. Básicamente, si te roban, estás salado y te toca ver qué haces. Es un “arrégleselas como pueda” que a nadie le hace gracia cuando se trata del salario que tanto cuesta ganar.
Aquí es donde la vara se pone interesante. La Defensoría no solo se quejó, sino que puso una solución sobre la mesa que, para qué, suena bastante bien. Proponen crear un ranking público de seguridad cibernética. Piénsenlo un toque: así como uno compara tasas de interés o beneficios de tarjetas, podríamos ver en una lista cuál banco es una fortaleza digital y cuál es un colador. La idea es que podamos elegir no solo por la publicidad bonita, sino por quién de verdad se toma en serio el proteger nuestro dinero de los hackers y estafadores. Sería una forma de obligarlos a competir en seguridad y no solo en quién te da más millas.
El meollo del asunto, y lo que Cruickshank recalca, es la falta de transparencia. Ahorita, si un banco se jala una torta con sus sistemas, es casi imposible saberlo. Ellos te dan una resolución que dice “no aplica el reintegro” y se acabó el brete. La Defensoría exige que esas respuestas vengan con pelos y señales: informes técnicos, trazabilidad de la transacción, pruebas de que sus candados digitales funcionaron. No más “confíe en nosotros”. Quieren que demuestren, con datos, que el fallo no fue de ellos. Como dijo la misma Defensora, no se puede seguir manejando este broncón con “herramientas parciales” que nos dejan a todos con un pie afuera y otro adentro.
Al final, esto va más allá de un simple ranking. Es un llamado de atención para que el sistema financiero deje de tratarnos como si no entendiéramos nada y asuma su cuota de responsabilidad. La tecnología avanza, pero parece que la protección al consumidor se quedó pegada. La propuesta de la Defensoría nos da una herramienta para presionar y para tomar decisiones más informadas. Ahora la pregunta es para ustedes, la gente del foro: ¿creen que un ranking así de verdad haría que los bancos se pongan las pilas, o es pura paja y encontrarán la forma de darle vuelta? ¿Les ha pasado a ustedes o a alguien cercano? Cuenten sus historias.
Diay, resulta que la Defensoría de los Habitantes, con Angie Cruickshank a la cabeza, se cansó del cuento. Acaban de tirar una bomba que tiene a más de un banquero sudando frío. Señalaron lo que muchos ya sabíamos por pura experiencia: cuando te estafan, el proceso para reclamar es un enredo diseñado para que uno se rinda. Los bancos, muy convenientemente, muchas veces le tiran la pelota al cliente, diciendo que fue “su culpa”, pero sin mostrar un solo informe técnico que demuestre que sus sistemas de seguridad son la última maravilla. Básicamente, si te roban, estás salado y te toca ver qué haces. Es un “arrégleselas como pueda” que a nadie le hace gracia cuando se trata del salario que tanto cuesta ganar.
Aquí es donde la vara se pone interesante. La Defensoría no solo se quejó, sino que puso una solución sobre la mesa que, para qué, suena bastante bien. Proponen crear un ranking público de seguridad cibernética. Piénsenlo un toque: así como uno compara tasas de interés o beneficios de tarjetas, podríamos ver en una lista cuál banco es una fortaleza digital y cuál es un colador. La idea es que podamos elegir no solo por la publicidad bonita, sino por quién de verdad se toma en serio el proteger nuestro dinero de los hackers y estafadores. Sería una forma de obligarlos a competir en seguridad y no solo en quién te da más millas.
El meollo del asunto, y lo que Cruickshank recalca, es la falta de transparencia. Ahorita, si un banco se jala una torta con sus sistemas, es casi imposible saberlo. Ellos te dan una resolución que dice “no aplica el reintegro” y se acabó el brete. La Defensoría exige que esas respuestas vengan con pelos y señales: informes técnicos, trazabilidad de la transacción, pruebas de que sus candados digitales funcionaron. No más “confíe en nosotros”. Quieren que demuestren, con datos, que el fallo no fue de ellos. Como dijo la misma Defensora, no se puede seguir manejando este broncón con “herramientas parciales” que nos dejan a todos con un pie afuera y otro adentro.
Al final, esto va más allá de un simple ranking. Es un llamado de atención para que el sistema financiero deje de tratarnos como si no entendiéramos nada y asuma su cuota de responsabilidad. La tecnología avanza, pero parece que la protección al consumidor se quedó pegada. La propuesta de la Defensoría nos da una herramienta para presionar y para tomar decisiones más informadas. Ahora la pregunta es para ustedes, la gente del foro: ¿creen que un ranking así de verdad haría que los bancos se pongan las pilas, o es pura paja y encontrarán la forma de darle vuelta? ¿Les ha pasado a ustedes o a alguien cercano? Cuenten sus historias.