Maes, ¿se acuerdan del despiche que se armó en Escazú hace unas semanas por la vara del plan regulador? Pues bueno, pónganse cómodos porque el novelón tuvo un giro de guion digno de maratón de Netflix. Al final, como dice el viejo y conocido dicho, la presión pudo más que la intención. El Concejo Municipal, después de un buen jalón de orejas ciudadano, tuvo que echar para atrás y reconocer que la actualización de un tema tan delicado no se puede cocinar a puerta cerrada. ¡Qué nivel de organización de la gente!
Para ponerlos en contexto por si andaban en otras, en julio un grupo de cinco regidores se jaló una torta de campeonato: decidieron desmantelar la comisión mixta (técnicos y vecinos) que iba a encargarse del brete y pasárselo a un equipo interno de la Muni. La justificación era agilizar el proceso, pero a la gente no le hizo ni media gracia que la dejaran por fuera del queque. Se sintió como un “gracias por participar, ahora los adultos conversamos”. Y claro, los vecinos de Escazú, que de dormidos no tienen un pelo, se pusieron las pilas, armaron una moción y llegaron a la sesión del concejo a hacerse sentir. No fueron con pancartas y megáfonos, pero su presencia y argumentos fueron más que suficientes.
Lo que pasó este martes fue la crónica de una reculada anunciada. Los siete regidores, de forma unánime, votaron para mandarse al traste su propio acuerdo de julio y revivir la comisión ciudadana. Según el regidor Ricardo López, uno de los que había votado por cerrar el grupo, "con el paso del tiempo nos dimos cuenta... que los vecinos exigían más participación". Diay, un aplauso por la epifanía, aunque llegara después de que la comunidad se los dejara clarísimo. López reconoció que, aunque intentaron explicar que la vía interna también tenía espacios de consulta, la gente simplemente no les compró el cuento. Y con toda la razón del mundo, porque una cosa es opinar sobre un borrador ya cocinado y otra muy distinta es ser parte de la receta desde el inicio.
Es aquí donde la historia se pone interesante. Los cinco regidores que cambiaron de parecer como si nada (Adriana Solís, José Campos, Laura Fonseca, el mismo Ricardo López y Sigrid Miller) son los mismos que hace apenas un mes defendían la ruta interna. Mientras tanto, el presidente del Concejo, Mario Arce, y la vicepresidenta, Marcela Quesada, se mantuvieron firmes desde el principio en que la participación de la gente era innegociable. Este vaivén político deja un saborcillo agridulce. Por un lado, es una victoria democrática que demuestra que cuando la comunidad se organiza, puede lograr cambios. Los vecinos, que son unos cargas, defendieron su espacio y ganaron. ¡Qué chiva por ellos!
Pero por otro lado, queda la duda flotando en el aire. ¿Este cambio de posición fue por una convicción real sobre el poder ciudadano o simplemente porque la presión mediática y social se volvió insostenible? Al final del día, lo que importa es el resultado: el plan regulador de Escazú, un instrumento que definirá el futuro del cantón por años, se construirá de la mano de quienes lo viven, lo caminan y lo sueñan. Se evitó un gol de media cancha y se sentó un precedente importante para otros gobiernos locales. Ahora empieza el verdadero trabajo, donde el diálogo ya no es una opción, sino una obligación. Esperemos que todo el proceso se haga a cachete.
Ahora la pregunta del millón es para ustedes, maes del foro... ¿Ustedes creen que este cambio de rumbo de los regidores es genuino o fue pura estrategia para apagar el incendio? ¿Le da más confianza a usted en la política local o todo lo contrario? Los leo en los comentarios.
Para ponerlos en contexto por si andaban en otras, en julio un grupo de cinco regidores se jaló una torta de campeonato: decidieron desmantelar la comisión mixta (técnicos y vecinos) que iba a encargarse del brete y pasárselo a un equipo interno de la Muni. La justificación era agilizar el proceso, pero a la gente no le hizo ni media gracia que la dejaran por fuera del queque. Se sintió como un “gracias por participar, ahora los adultos conversamos”. Y claro, los vecinos de Escazú, que de dormidos no tienen un pelo, se pusieron las pilas, armaron una moción y llegaron a la sesión del concejo a hacerse sentir. No fueron con pancartas y megáfonos, pero su presencia y argumentos fueron más que suficientes.
Lo que pasó este martes fue la crónica de una reculada anunciada. Los siete regidores, de forma unánime, votaron para mandarse al traste su propio acuerdo de julio y revivir la comisión ciudadana. Según el regidor Ricardo López, uno de los que había votado por cerrar el grupo, "con el paso del tiempo nos dimos cuenta... que los vecinos exigían más participación". Diay, un aplauso por la epifanía, aunque llegara después de que la comunidad se los dejara clarísimo. López reconoció que, aunque intentaron explicar que la vía interna también tenía espacios de consulta, la gente simplemente no les compró el cuento. Y con toda la razón del mundo, porque una cosa es opinar sobre un borrador ya cocinado y otra muy distinta es ser parte de la receta desde el inicio.
Es aquí donde la historia se pone interesante. Los cinco regidores que cambiaron de parecer como si nada (Adriana Solís, José Campos, Laura Fonseca, el mismo Ricardo López y Sigrid Miller) son los mismos que hace apenas un mes defendían la ruta interna. Mientras tanto, el presidente del Concejo, Mario Arce, y la vicepresidenta, Marcela Quesada, se mantuvieron firmes desde el principio en que la participación de la gente era innegociable. Este vaivén político deja un saborcillo agridulce. Por un lado, es una victoria democrática que demuestra que cuando la comunidad se organiza, puede lograr cambios. Los vecinos, que son unos cargas, defendieron su espacio y ganaron. ¡Qué chiva por ellos!
Pero por otro lado, queda la duda flotando en el aire. ¿Este cambio de posición fue por una convicción real sobre el poder ciudadano o simplemente porque la presión mediática y social se volvió insostenible? Al final del día, lo que importa es el resultado: el plan regulador de Escazú, un instrumento que definirá el futuro del cantón por años, se construirá de la mano de quienes lo viven, lo caminan y lo sueñan. Se evitó un gol de media cancha y se sentó un precedente importante para otros gobiernos locales. Ahora empieza el verdadero trabajo, donde el diálogo ya no es una opción, sino una obligación. Esperemos que todo el proceso se haga a cachete.
Ahora la pregunta del millón es para ustedes, maes del foro... ¿Ustedes creen que este cambio de rumbo de los regidores es genuino o fue pura estrategia para apagar el incendio? ¿Le da más confianza a usted en la política local o todo lo contrario? Los leo en los comentarios.