Maes, uno diría que para las elecciones del 2026 falta un mundo, ¿verdad? Como que apenas estamos digiriendo el gallo pinto de hoy y ya nos quieren vender el almuerzo de mañana. Pero diay, parece que en la casa de Liberación Nacional el reloj va a otra velocidad. Álvaro Ramos, el candidato verdiblanco, ya no anda con rodeos y soltó la primera gran bomba de la precampaña: un plan de gobierno en el que, ojo al dato, están metiendo mano más de 500 personas. Sí, leyeron bien, quinientas. Una convocatoria casi de estadio para escribir un documento. La vara es que quieren presentar una propuesta que, según ellos, es la respuesta a la “nueva Costa Rica”. Y uno, que ya ha visto pasar varios profetas, se pregunta: ¿será esta la buena o solo es más bulla que cabuya?
Vamos al grano, a lo que nos interesa a todos. Ramos y su gente pusieron tres chunches sobre la mesa como los pilares de su posible gobierno: seguridad, educación y salud. Nada nuevo bajo el sol, dirán algunos, porque es el ABC de cualquier campaña. Pero el diablo está en los detalles. En seguridad, el tema que nos quita el sueño a todos, la propuesta es aumentar la tropa a 19 mil policías. La idea es más prevención, más oficiales en la calle para que uno pueda caminar sin tener que guardar el celular como si fuera un tesoro. Suena bien, pero la pregunta es cómo y con qué plata. Además, hablan de “cárceles seguras” y de darle oportunidades a los jóvenes para que no se desvíen. Una meta noble, pero que hemos oído hasta el cansancio. La verdadera prueba será pasar del powerpoint a la realidad.
Luego viene la educación, ese otro monstruo que necesita un exorcismo urgente. Aquí la apuesta es por fortalecer el INA y los coles técnicos. La visión, dicen, es preparar a las nuevas generaciones con principios de “sostenibilidad, inteligencia y valores”. ¡Qué chiva suena! La idea es que la gente salga lista para encontrar un buen brete y no para engrosar las filas del desempleo. Y en salud, el tema más sensible, la misión es una: rescatar a nuestra querida (y bien aporreada) Caja. Ramos promete atención de calidad, oportuna y pensiones dignas. Palabras mayores, maes. Rescatar la CCSS es como intentar arreglar un avión en pleno vuelo; se necesita una precisión de cirujano y un coraje de león. Ojalá no se quede solo en un buen deseo.
Ahora, hablemos de plata, porque sin eso no hay paraíso. El plan también incluye una modernización de la estructura productiva del país. ¿Traducción? Quieren que Costa Rica se vuelva un carga en áreas estratégicas como ciencias de la vida y el sector agroalimentario. La idea es crear “clústeres” para atraer inversión y generar empleos de calidad. En papel, es una jugada inteligente. Es apostar por lo que ya se nos da bien y llevarlo a otro nivel. El reto es que estas oportunidades no se queden solo en la GAM y que de verdad permeen al resto del país, donde la gente la ve a palitos para conseguir un brete decente.
Lo más interesante de toda esta vara es el método. Ramos insiste en que su plan es un “esfuerzo colectivo” de esas 500 personas. Por un lado, es tuanis ver que se busca integrar diferentes voces y experiencias. Pero por otro, uno no puede evitar pensar que coordinar a tanta gente debe ser un despiche. Un comité de 10 personas ya es un enredo, ¡imagínense 500! El riesgo es que el resultado sea un documento lleno de buenas intenciones pero sin una columna vertebral clara, un “Frankenstein” de propuestas que no conectan entre sí. La fortaleza de la gente, como dice Ramos, también puede ser un dolor de cabeza si no hay un liderazgo que ponga orden. Habrá que ver el documento final para saber si lograron armar el rompecabezas.
Pero bueno, maes, ahora la pregunta del millón: ¿Ustedes se comen el cuento? ¿Es esta la “Nueva Liberación” que el país necesita o es el mismo chunche de siempre con pintura nueva? ¡Los leo!
Vamos al grano, a lo que nos interesa a todos. Ramos y su gente pusieron tres chunches sobre la mesa como los pilares de su posible gobierno: seguridad, educación y salud. Nada nuevo bajo el sol, dirán algunos, porque es el ABC de cualquier campaña. Pero el diablo está en los detalles. En seguridad, el tema que nos quita el sueño a todos, la propuesta es aumentar la tropa a 19 mil policías. La idea es más prevención, más oficiales en la calle para que uno pueda caminar sin tener que guardar el celular como si fuera un tesoro. Suena bien, pero la pregunta es cómo y con qué plata. Además, hablan de “cárceles seguras” y de darle oportunidades a los jóvenes para que no se desvíen. Una meta noble, pero que hemos oído hasta el cansancio. La verdadera prueba será pasar del powerpoint a la realidad.
Luego viene la educación, ese otro monstruo que necesita un exorcismo urgente. Aquí la apuesta es por fortalecer el INA y los coles técnicos. La visión, dicen, es preparar a las nuevas generaciones con principios de “sostenibilidad, inteligencia y valores”. ¡Qué chiva suena! La idea es que la gente salga lista para encontrar un buen brete y no para engrosar las filas del desempleo. Y en salud, el tema más sensible, la misión es una: rescatar a nuestra querida (y bien aporreada) Caja. Ramos promete atención de calidad, oportuna y pensiones dignas. Palabras mayores, maes. Rescatar la CCSS es como intentar arreglar un avión en pleno vuelo; se necesita una precisión de cirujano y un coraje de león. Ojalá no se quede solo en un buen deseo.
Ahora, hablemos de plata, porque sin eso no hay paraíso. El plan también incluye una modernización de la estructura productiva del país. ¿Traducción? Quieren que Costa Rica se vuelva un carga en áreas estratégicas como ciencias de la vida y el sector agroalimentario. La idea es crear “clústeres” para atraer inversión y generar empleos de calidad. En papel, es una jugada inteligente. Es apostar por lo que ya se nos da bien y llevarlo a otro nivel. El reto es que estas oportunidades no se queden solo en la GAM y que de verdad permeen al resto del país, donde la gente la ve a palitos para conseguir un brete decente.
Lo más interesante de toda esta vara es el método. Ramos insiste en que su plan es un “esfuerzo colectivo” de esas 500 personas. Por un lado, es tuanis ver que se busca integrar diferentes voces y experiencias. Pero por otro, uno no puede evitar pensar que coordinar a tanta gente debe ser un despiche. Un comité de 10 personas ya es un enredo, ¡imagínense 500! El riesgo es que el resultado sea un documento lleno de buenas intenciones pero sin una columna vertebral clara, un “Frankenstein” de propuestas que no conectan entre sí. La fortaleza de la gente, como dice Ramos, también puede ser un dolor de cabeza si no hay un liderazgo que ponga orden. Habrá que ver el documento final para saber si lograron armar el rompecabezas.
Pero bueno, maes, ahora la pregunta del millón: ¿Ustedes se comen el cuento? ¿Es esta la “Nueva Liberación” que el país necesita o es el mismo chunche de siempre con pintura nueva? ¡Los leo!