Diay, maes. Cuando uno cree que el ajedrez político se toma un respiro, sale una pieza y se mueve en diagonal por todo el tablero. Esta vez el que movió fue Juan Ignacio Rodríguez Araya, el ex-presidente ejecutivo del INDER. Parece que el mae se cansó del “runrún” y los señalamientos en voz baja, y en lugar de mandar un comunicado de prensa tibio, se fue directo a la fuente para apagar el incendio con papeles en mano. Una jugada bastante directa, la verdad.
Rodríguez no se anduvo por las ramas. El 20 de mayo le mandó una solicitud bien clarita al Ministerio Público. En buen tico, les dijo: “A ver, señores, con toda la transparencia del mundo, díganme en qué investigaciones penales salgo yo”. Quería saber si lo tenían como imputado, investigado, sospechoso o si quiera si su nombre aparecía en algún informe policial. La respuesta le llegó el 2 de junio, y aquí es donde la vara se pone interesante. Según el oficio de la Fiscalía, después de buscar en todo el país, el único caso que encontraron a su nombre es una denuncia por falsedad ideológica que, para más señas, la misma fiscalía pidió desestimar desde el 14 de marzo. O sea, un caso que ya no va para ningún lado. Con ese papel en la mano, Rodríguez remató: “No existe ninguna investigación en mi contra, mucho menos ninguna que me vincule con temas de narcotráfico”. Un manotazo en la mesa en toda regla.
Pero el exjerarca no se quedó solo en la defensa, sino que pasó al ataque y aprovechó para justificar por qué le dieron ese puesto en primer lugar. Él mismo aclara que antes de ser el mandamás del INDER, fue Jefe de Despacho ahí por dos años. Básicamente, nos dice que no fue ningún improvisado, que conocía el brete desde adentro. Y aquí es donde saca el currículum a pasear para demostrarlo. Afirma que su equipo levantó la ejecución presupuestaria de un anémico 64% a un saludable 95% en solo un año de gestión. Un salto cuantitativo que, de ser preciso, es para ponerle atención.
Y la lista de logros que presenta no es corta. Habla de haber invertido más de dos mil millones de colones para recuperar fincas para territorios indígenas, una vara que, según él, llevaba años completamente pegada y ninguna otra administración había logrado destrabar. Además, menciona la construcción de puentes, escuelas, acueductos, carreteras y un montón de infraestructura más por todo el país. Como cereza en el pastel, destaca que bajaron la tasa de crédito rural a un 4% anual, un empujón directo para los productores. Se nota que el mae se siente orgulloso de su gestión, y lo dice con todas las letras, “con la frente en alto y agradecido con Dios y este gobierno”.
Al final, esta movida de Rodríguez Araya es más que una simple aclaración. Es una declaración de principios y una exhibición de su carta de presentación. En un ambiente político donde las acusaciones vuelan y muchas veces se quedan en el aire, él decidió jugar diferente: fue por las pruebas, las consiguió y las publicó junto a su lista de medallas. No solo está limpiando su nombre de rumores de pasillo, sino que está puliendo su armadura y dejando su hoja de vida a la vista de todos. Ahora la pregunta queda en el aire para nosotros, los que vemos la jugada desde afuera. Más allá de si le creemos o no, ¿les parece que más figuras públicas deberían salir a dar la cara así, con papeles en mano, o esto es simplemente un show mediático bien calculado?
Rodríguez no se anduvo por las ramas. El 20 de mayo le mandó una solicitud bien clarita al Ministerio Público. En buen tico, les dijo: “A ver, señores, con toda la transparencia del mundo, díganme en qué investigaciones penales salgo yo”. Quería saber si lo tenían como imputado, investigado, sospechoso o si quiera si su nombre aparecía en algún informe policial. La respuesta le llegó el 2 de junio, y aquí es donde la vara se pone interesante. Según el oficio de la Fiscalía, después de buscar en todo el país, el único caso que encontraron a su nombre es una denuncia por falsedad ideológica que, para más señas, la misma fiscalía pidió desestimar desde el 14 de marzo. O sea, un caso que ya no va para ningún lado. Con ese papel en la mano, Rodríguez remató: “No existe ninguna investigación en mi contra, mucho menos ninguna que me vincule con temas de narcotráfico”. Un manotazo en la mesa en toda regla.
Pero el exjerarca no se quedó solo en la defensa, sino que pasó al ataque y aprovechó para justificar por qué le dieron ese puesto en primer lugar. Él mismo aclara que antes de ser el mandamás del INDER, fue Jefe de Despacho ahí por dos años. Básicamente, nos dice que no fue ningún improvisado, que conocía el brete desde adentro. Y aquí es donde saca el currículum a pasear para demostrarlo. Afirma que su equipo levantó la ejecución presupuestaria de un anémico 64% a un saludable 95% en solo un año de gestión. Un salto cuantitativo que, de ser preciso, es para ponerle atención.
Y la lista de logros que presenta no es corta. Habla de haber invertido más de dos mil millones de colones para recuperar fincas para territorios indígenas, una vara que, según él, llevaba años completamente pegada y ninguna otra administración había logrado destrabar. Además, menciona la construcción de puentes, escuelas, acueductos, carreteras y un montón de infraestructura más por todo el país. Como cereza en el pastel, destaca que bajaron la tasa de crédito rural a un 4% anual, un empujón directo para los productores. Se nota que el mae se siente orgulloso de su gestión, y lo dice con todas las letras, “con la frente en alto y agradecido con Dios y este gobierno”.
Al final, esta movida de Rodríguez Araya es más que una simple aclaración. Es una declaración de principios y una exhibición de su carta de presentación. En un ambiente político donde las acusaciones vuelan y muchas veces se quedan en el aire, él decidió jugar diferente: fue por las pruebas, las consiguió y las publicó junto a su lista de medallas. No solo está limpiando su nombre de rumores de pasillo, sino que está puliendo su armadura y dejando su hoja de vida a la vista de todos. Ahora la pregunta queda en el aire para nosotros, los que vemos la jugada desde afuera. Más allá de si le creemos o no, ¿les parece que más figuras públicas deberían salir a dar la cara así, con papeles en mano, o esto es simplemente un show mediático bien calculado?