Mae, en serio, a veces uno ve las noticias de Cuesta de Moras y no sabe si reír o llorar. Mientras la mayoría de diputados alistaban las maletas para irse a sesionar a Limón (¡qué chiva por ellos!), el brete que dejaron aquí en el Plenario es un despiche de proporciones épicas. La famosa ley de jornadas 4-3 sigue más pegada que un chicle en la suela, y el avance de esta semana fue, para ser generosos, un chiste. Se fueron de Cuesta de Moras dejando el proyecto empantanado en la moción 483. ¿El pequeño detalle? Son 2,564 mociones... más otras 2,564 de revisión. Saquen la calculadora.
La vara es que los números no mienten y son para preocuparse. Esta semana le dedicaron cuatro sesiones al tema y apenas lograron votar 123 mociones. ¡A ese paso, nuestros nietos van a ver el final de esta novela! El promedio por sesión subió un poquito, a 31 enmiendas, pero es como intentar vaciar el mar con un balde. Recordemos que ya cayó la "guillotina", o sea, ya no pueden meter más mociones. El único trabajo es sentarse y votar. Pero ni así. La lentitud es tan frustrante que ya uno empieza a preguntarse si el objetivo es realmente legislar o simplemente calentar el campo.
Y para ponerle la cereza al pastel del caos, como si la vara no estuviera ya lo suficientemente enredada, tuvimos el round más reciente entre el oficialista Daniel Vargas y la liberacionista Dinorah Barquero. Un nuevo agarrón en pleno Plenario que, por supuesto, hizo que un montón de diputados más pidieran la palabra para echarle más leña al fuego. Diay, ¿para qué avanzar en un proyecto país si podemos tener un poco de show para las cámaras? Mientras ellos se tiraban indirectas, el reloj seguía corriendo y la lista de mociones ni se inmutaba. Un clásico.
En medio de este panorama, hay quienes intentan, al menos en apariencia, buscar una salida. El jefe de fracción del PUSC, Alejandro Pacheco, anda tirando un salvavidas. La propuesta de ellos es simple: aplicar un artículo del reglamento para sacar ese chunche del Plenario y mandarlo a una comisión especial. La lógica es clara: quitar el proyecto que está generando una presa monumental para que el resto de la agenda legislativa pueda caminar. La moción ya la tienen todas las bancadas y podría ser la primera gran discusión de la próxima semana.
Así que la novela queda en pausa hasta el lunes. Volverán de Limón, con suerte más relajados, a enfrentarse al mismo monstruo de miles de mociones. La pregunta del millón es si de verdad hay voluntad para desenredar este nudo o si seguiremos en este circo por tiempo indefinido. La propuesta del PUSC suena como una bocanada de aire fresco, pero en política, del dicho al hecho... hay mucho trecho. ¿Ustedes qué dicen, maes? ¿Creen que la idea de la comisión especial es la salvada o es pura paja para seguir pateando la bola?
La vara es que los números no mienten y son para preocuparse. Esta semana le dedicaron cuatro sesiones al tema y apenas lograron votar 123 mociones. ¡A ese paso, nuestros nietos van a ver el final de esta novela! El promedio por sesión subió un poquito, a 31 enmiendas, pero es como intentar vaciar el mar con un balde. Recordemos que ya cayó la "guillotina", o sea, ya no pueden meter más mociones. El único trabajo es sentarse y votar. Pero ni así. La lentitud es tan frustrante que ya uno empieza a preguntarse si el objetivo es realmente legislar o simplemente calentar el campo.
Y para ponerle la cereza al pastel del caos, como si la vara no estuviera ya lo suficientemente enredada, tuvimos el round más reciente entre el oficialista Daniel Vargas y la liberacionista Dinorah Barquero. Un nuevo agarrón en pleno Plenario que, por supuesto, hizo que un montón de diputados más pidieran la palabra para echarle más leña al fuego. Diay, ¿para qué avanzar en un proyecto país si podemos tener un poco de show para las cámaras? Mientras ellos se tiraban indirectas, el reloj seguía corriendo y la lista de mociones ni se inmutaba. Un clásico.
En medio de este panorama, hay quienes intentan, al menos en apariencia, buscar una salida. El jefe de fracción del PUSC, Alejandro Pacheco, anda tirando un salvavidas. La propuesta de ellos es simple: aplicar un artículo del reglamento para sacar ese chunche del Plenario y mandarlo a una comisión especial. La lógica es clara: quitar el proyecto que está generando una presa monumental para que el resto de la agenda legislativa pueda caminar. La moción ya la tienen todas las bancadas y podría ser la primera gran discusión de la próxima semana.
Así que la novela queda en pausa hasta el lunes. Volverán de Limón, con suerte más relajados, a enfrentarse al mismo monstruo de miles de mociones. La pregunta del millón es si de verdad hay voluntad para desenredar este nudo o si seguiremos en este circo por tiempo indefinido. La propuesta del PUSC suena como una bocanada de aire fresco, pero en política, del dicho al hecho... hay mucho trecho. ¿Ustedes qué dicen, maes? ¿Creen que la idea de la comisión especial es la salvada o es pura paja para seguir pateando la bola?