Maes, a veces entre tanta noticia medio agüevada, uno se topa con unas que le alegran el día. Y esta es una de esas. Resulta que acaba de salir un estudio de la Academia de Centroamérica, hecho por los economistas Ricardo Monge y Josué Martínez, que pone sobre la mesa una vara que quizás muchos ya sentíamos en el aire: las mujeres en Costa Rica están ganando terreno, y a paso firme, en el mundo del brete formal. Y honestamente, ¡qué tuanis! Ya era hora de que los números empezaran a reflejar el mujerón que tenemos en este país.
Pónganle atención a la jugada. El análisis revisó el mercado laboral formal desde el 2006 hasta el 2022. En ese tiempo, la participación de las mujeres pasó de un 30% a un 40%. Diay, un aumento de diez puntos porcentuales en 16 años no es cualquier cosa. Como dice el mismo Monge, es una señal clarísima de que la brecha de género, aunque todavía existe, se está acortando. No estamos hablando de una percepción o de un caso aislado; es una tendencia estructural, un cambio que se está cocinando a fuego lento pero seguro en toda la economía del país. Y eso, se pongan como se pongan, es para celebrarlo.
Ahora, lo que a mí me parece más impresionante es dónde están ocurriendo estos cambios. Uno pensaría que el crecimiento se da solo en las áreas “de siempre”, pero no. En el sector de finanzas y seguros, las ticas ya son mayoría, con un 53% de los puestos. ¡Tomen nota! Pero lo que de verdad es de otro nivel es ver cómo han incursionado en industrias que históricamente eran un club de Toby. En manufactura, por ejemplo, ya son el 32.43%, y en transporte y almacenamiento, el 25.34%. Ver a más mujeres metidas en esos bretes es, simplemente, ¡qué carga! Demuestra que el talento no tiene género y que, poco a poco, se están rompiendo esos moldes viejos y oxidados.
Claro, no todo es color de rosa y no podemos echarnos a dormir. El mismo estudio y el propio Ricardo Monge nos aterrizan un poco. Aún existen “barreras estructurales” que le ponen el camino cuesta arriba a muchas. La vara no es solo conseguir el brete, sino que sea un brete formal, bien pagado, que permita independencia económica. Y esto es crucial en un país donde, según el INEC, casi la mitad de los hogares (un 44.4%) tienen jefatura femenina. Facilitarles el acceso al empleo formal no es un favor, es una necesidad para reducir la pobreza y darle más estabilidad a todo el chunche económico.
Al final del día, esta vara nos beneficia a todos. Monge lo deja clarísimo: tener equipos de trabajo mixtos, con hombres y mujeres, dispara la productividad y la eficiencia. No es un tema de “ideología de género”, maes, es pura lógica empresarial y social. Cuando más talento diverso sumamos a la ecuación, mejor nos va como país. La noticia es que vamos por buen camino, que la tendencia va a cachete y que las mujeres están demostrando con hechos su capacidad. Ahora la pelota está en la cancha de todos para seguir empujando.
Y ahora les pregunto a ustedes, foreros: Más allá de estos números, ¿ustedes sienten este cambio en sus trabajos o en sus industrias? ¿Qué barreras creen que todavía faltan por derribar para que la cancha esté pareja de verdad? ¡Los leo!
Pónganle atención a la jugada. El análisis revisó el mercado laboral formal desde el 2006 hasta el 2022. En ese tiempo, la participación de las mujeres pasó de un 30% a un 40%. Diay, un aumento de diez puntos porcentuales en 16 años no es cualquier cosa. Como dice el mismo Monge, es una señal clarísima de que la brecha de género, aunque todavía existe, se está acortando. No estamos hablando de una percepción o de un caso aislado; es una tendencia estructural, un cambio que se está cocinando a fuego lento pero seguro en toda la economía del país. Y eso, se pongan como se pongan, es para celebrarlo.
Ahora, lo que a mí me parece más impresionante es dónde están ocurriendo estos cambios. Uno pensaría que el crecimiento se da solo en las áreas “de siempre”, pero no. En el sector de finanzas y seguros, las ticas ya son mayoría, con un 53% de los puestos. ¡Tomen nota! Pero lo que de verdad es de otro nivel es ver cómo han incursionado en industrias que históricamente eran un club de Toby. En manufactura, por ejemplo, ya son el 32.43%, y en transporte y almacenamiento, el 25.34%. Ver a más mujeres metidas en esos bretes es, simplemente, ¡qué carga! Demuestra que el talento no tiene género y que, poco a poco, se están rompiendo esos moldes viejos y oxidados.
Claro, no todo es color de rosa y no podemos echarnos a dormir. El mismo estudio y el propio Ricardo Monge nos aterrizan un poco. Aún existen “barreras estructurales” que le ponen el camino cuesta arriba a muchas. La vara no es solo conseguir el brete, sino que sea un brete formal, bien pagado, que permita independencia económica. Y esto es crucial en un país donde, según el INEC, casi la mitad de los hogares (un 44.4%) tienen jefatura femenina. Facilitarles el acceso al empleo formal no es un favor, es una necesidad para reducir la pobreza y darle más estabilidad a todo el chunche económico.
Al final del día, esta vara nos beneficia a todos. Monge lo deja clarísimo: tener equipos de trabajo mixtos, con hombres y mujeres, dispara la productividad y la eficiencia. No es un tema de “ideología de género”, maes, es pura lógica empresarial y social. Cuando más talento diverso sumamos a la ecuación, mejor nos va como país. La noticia es que vamos por buen camino, que la tendencia va a cachete y que las mujeres están demostrando con hechos su capacidad. Ahora la pelota está en la cancha de todos para seguir empujando.
Y ahora les pregunto a ustedes, foreros: Más allá de estos números, ¿ustedes sienten este cambio en sus trabajos o en sus industrias? ¿Qué barreras creen que todavía faltan por derribar para que la cancha esté pareja de verdad? ¡Los leo!