Maes, estaba leyendo una vara en CRHoy que, honestamente, me dejó con un sabor agridulce y con más preguntas que respuestas. A simple vista, la noticia suena a cachete: el OIJ, en un brete impresionante con ayuda de los gringos, se jaló a 9 de los 12 “peces gordos” del narco que tenían a Limón contra las cuerdas. Uno lee eso y piensa: “¡Listo, se acabó el problema!”. Pero diay, parece que la realidad es mucho más complicada y, en cierta forma, hasta más preocupante. La captura de estos tipos, en lugar de traer paz, parece que simplemente pateó el hormiguero.
El mismo director del OIJ, Randall Zúñiga, lo explicó sin pelos en la lengua. Antes, teníamos a estas mega organizaciones, como la del famoso “La T”, que querían expandirse y ser los dueños de todo el Caribe. Eran los tiburones del estanque. Ahora que los tiburones están enjaulados, lo que está pasando es que un montón de pirañas que antes estaban escondidas están saliendo a flote. Son grupos más pequeños, hiperlocales, que no aspiran a conquistar todo el país, sino a ser los reyes absolutos de su barrio, de su comunidad. El problema es que para ser el rey, hay que pelear, y eso, como todos sabemos, se traduce en más violencia en las calles.
Zúñiga usó una metáfora que es oro puro para entender el despiche: estos grupos nuevos están “tratando de tomar su pedazo del pastel”. Ya no es una guerra de carteles por rutas internacionales de exportación, sino una guerrilla urbana por el control del narcomenudeo en una esquina específica. Es pasar de una guerra declarada a mil conflictos pequeños y silenciosos, lo que puede ser igual o más peligroso para la gente que vive ahí. Porque el enemigo ya no es un capo lejano, sino el mae que vive a la vuelta y que ahora quiere demostrar que él es el que manda.
Y para que no se nos olvide de quiénes hablamos, la lista de los que cayeron o siguen prófugos es de película de terror: “La T”, “Shock”, “Macho Coca”, “Ojos Bellos”, “Curry”. Nombres que han estado ligados a decenas de homicidios. Pero el fantasma más grande sigue ahí, libre como el viento: Alejandro Arias Monge, alias “Diablo”. Este mae es el jefe final del videojuego, el patrocinador de muchas de estas broncas, y la DEA hasta ofrece un platal por él. Mientras “Diablo” y otros como “Tan” sigan operando, la estructura de fondo no se ha roto del todo, solo se ha fragmentado.
Al final, la vara es que el OIJ y las autoridades hicieron un trabajo que hay que aplaudir, sin duda. Pero esto nos demuestra que el problema del narco es como la Hidra de la mitología: le cortas una cabeza y le salen tres más pequeñas pero igual de venenosas. Es una victoria táctica que nos enfrenta a un desafío estratégico mucho más complejo. ¡Qué torta! Porque ahora la lucha no es contra un par de ejércitos organizados, sino contra un enjambre de pandillas desesperadas por poder. Diay, maes, ¿qué opinan ustedes? ¿Creen que esta fragmentación de las bandas criminales en Limón es, a largo plazo, más peligrosa que tener a unos pocos capos controlando todo? ¿O es un paso inevitable y necesario para desmantelar el narco de una vez por todas?
El mismo director del OIJ, Randall Zúñiga, lo explicó sin pelos en la lengua. Antes, teníamos a estas mega organizaciones, como la del famoso “La T”, que querían expandirse y ser los dueños de todo el Caribe. Eran los tiburones del estanque. Ahora que los tiburones están enjaulados, lo que está pasando es que un montón de pirañas que antes estaban escondidas están saliendo a flote. Son grupos más pequeños, hiperlocales, que no aspiran a conquistar todo el país, sino a ser los reyes absolutos de su barrio, de su comunidad. El problema es que para ser el rey, hay que pelear, y eso, como todos sabemos, se traduce en más violencia en las calles.
Zúñiga usó una metáfora que es oro puro para entender el despiche: estos grupos nuevos están “tratando de tomar su pedazo del pastel”. Ya no es una guerra de carteles por rutas internacionales de exportación, sino una guerrilla urbana por el control del narcomenudeo en una esquina específica. Es pasar de una guerra declarada a mil conflictos pequeños y silenciosos, lo que puede ser igual o más peligroso para la gente que vive ahí. Porque el enemigo ya no es un capo lejano, sino el mae que vive a la vuelta y que ahora quiere demostrar que él es el que manda.
Y para que no se nos olvide de quiénes hablamos, la lista de los que cayeron o siguen prófugos es de película de terror: “La T”, “Shock”, “Macho Coca”, “Ojos Bellos”, “Curry”. Nombres que han estado ligados a decenas de homicidios. Pero el fantasma más grande sigue ahí, libre como el viento: Alejandro Arias Monge, alias “Diablo”. Este mae es el jefe final del videojuego, el patrocinador de muchas de estas broncas, y la DEA hasta ofrece un platal por él. Mientras “Diablo” y otros como “Tan” sigan operando, la estructura de fondo no se ha roto del todo, solo se ha fragmentado.
Al final, la vara es que el OIJ y las autoridades hicieron un trabajo que hay que aplaudir, sin duda. Pero esto nos demuestra que el problema del narco es como la Hidra de la mitología: le cortas una cabeza y le salen tres más pequeñas pero igual de venenosas. Es una victoria táctica que nos enfrenta a un desafío estratégico mucho más complejo. ¡Qué torta! Porque ahora la lucha no es contra un par de ejércitos organizados, sino contra un enjambre de pandillas desesperadas por poder. Diay, maes, ¿qué opinan ustedes? ¿Creen que esta fragmentación de las bandas criminales en Limón es, a largo plazo, más peligrosa que tener a unos pocos capos controlando todo? ¿O es un paso inevitable y necesario para desmantelar el narco de una vez por todas?
