Seamos honestos, maes. ¿A quién no le ha pasado? Vas manejando, tuanis, escuchando música, pensando en la inmortalidad del cangrejo y, de repente, ¡PUM! Se enciende una lucecita en el tablero. El temido “check engine”. O peor, escuchás un ruidito que claramente no es de la nueva canción de Bad Bunny. En ese microsegundo, a muchas se nos congela la sangre y el primer pensamiento es: “Diay, ¿y ahora a quién llamo?”. Esa sensación de vulnerabilidad, de depender de un tercero para resolver una vara con tu propio carro, es un bajonazo.
Por eso, cuando me enteré de la iniciativa “Dueñas del Volante” de Autopits, lo primero que pensé fue: ¡qué chiva! Ya era hora. Este no es el típico cursito para salir del paso. Estamos hablando de un brete serio y bien montado para que 80 mujeres, en su más reciente edición, le perdieran el miedo al chunche. La vara se llevó a cabo en el Teatro Expresivo en Pinares y el formato fue a cachete: primero, una charla teórica con la experta Jeimy Sandoval, que desmitificó los componentes del carro. Explicó para qué sirve cada cosa, cuándo hay que ponerle ojo y por qué no es buena idea ignorar ese sonidito raro por tres meses.
Pero aquí viene la mejor parte, la que de verdad marca la diferencia. Después de la teoría, ¡a la práctica! Las participantes se fueron directo al taller de Autopits a ensuciarse las manos. Y no, no fue una demo de lejos. ¡Qué nivel! Cada una tuvo la oportunidad de cambiar una llanta, revisar y rellenar los líquidos (aceite, refrigerante, el de los limpia-parabrisas, ¡todos!) y verificar el funcionamiento de diferentes partes del vehículo. Es esa experiencia directa la que transforma el conocimiento en confianza. Es pasar de “creo que sé cómo se hace” a “yo sé cómo se hace”. Y ese pequeño, pero gigantesco, cambio es el que te da la seguridad para la próxima vez que te quedes varada en media pista.
Lo más impresionante es que esta no es una ocurrencia aislada. El programa ya ha rodado por Lindora y hasta por Liberia, demostrando que la necesidad y el interés son enormes en todo el país. Hugo Martínez, el gerente regional de Autopits, lo tiene clarísimo cuando dice que el impacto es súper positivo y que las participantes se van empoderadas. Y claro que sí. Empoderamiento no es solo un discurso, son herramientas. Es saber que, si se te poncha una llanta de noche volviendo del brete, no tenés que esperar con miedo a que alguien pare a “ayudarte”; tenés la capacidad de resolverlo vos misma.
Al final, “Dueñas del Volante” es mucho más que un taller de mecánica. ¡Qué carga esta iniciativa! Es un golpe directo a ese estereotipo viejísimo de que las mujeres y los carros no se llevan. Es una declaración de independencia. Se trata de autonomía, de seguridad y de no tener que pedir permiso ni ayuda para ser dueña de tu camino, en todo el sentido de la palabra. Es una señal de que estamos construyendo una sociedad donde el conocimiento no tiene género y la confianza al volante es universal.
Y ustedes, maes, ¿qué opinan? ¿Se apuntarían a una vara así o ya son expertas en el tema? ¿Qué otra capacitación práctica sienten que hace falta para que andemos más seguras en la calle, sin depender de nadie?
Por eso, cuando me enteré de la iniciativa “Dueñas del Volante” de Autopits, lo primero que pensé fue: ¡qué chiva! Ya era hora. Este no es el típico cursito para salir del paso. Estamos hablando de un brete serio y bien montado para que 80 mujeres, en su más reciente edición, le perdieran el miedo al chunche. La vara se llevó a cabo en el Teatro Expresivo en Pinares y el formato fue a cachete: primero, una charla teórica con la experta Jeimy Sandoval, que desmitificó los componentes del carro. Explicó para qué sirve cada cosa, cuándo hay que ponerle ojo y por qué no es buena idea ignorar ese sonidito raro por tres meses.
Pero aquí viene la mejor parte, la que de verdad marca la diferencia. Después de la teoría, ¡a la práctica! Las participantes se fueron directo al taller de Autopits a ensuciarse las manos. Y no, no fue una demo de lejos. ¡Qué nivel! Cada una tuvo la oportunidad de cambiar una llanta, revisar y rellenar los líquidos (aceite, refrigerante, el de los limpia-parabrisas, ¡todos!) y verificar el funcionamiento de diferentes partes del vehículo. Es esa experiencia directa la que transforma el conocimiento en confianza. Es pasar de “creo que sé cómo se hace” a “yo sé cómo se hace”. Y ese pequeño, pero gigantesco, cambio es el que te da la seguridad para la próxima vez que te quedes varada en media pista.
Lo más impresionante es que esta no es una ocurrencia aislada. El programa ya ha rodado por Lindora y hasta por Liberia, demostrando que la necesidad y el interés son enormes en todo el país. Hugo Martínez, el gerente regional de Autopits, lo tiene clarísimo cuando dice que el impacto es súper positivo y que las participantes se van empoderadas. Y claro que sí. Empoderamiento no es solo un discurso, son herramientas. Es saber que, si se te poncha una llanta de noche volviendo del brete, no tenés que esperar con miedo a que alguien pare a “ayudarte”; tenés la capacidad de resolverlo vos misma.
Al final, “Dueñas del Volante” es mucho más que un taller de mecánica. ¡Qué carga esta iniciativa! Es un golpe directo a ese estereotipo viejísimo de que las mujeres y los carros no se llevan. Es una declaración de independencia. Se trata de autonomía, de seguridad y de no tener que pedir permiso ni ayuda para ser dueña de tu camino, en todo el sentido de la palabra. Es una señal de que estamos construyendo una sociedad donde el conocimiento no tiene género y la confianza al volante es universal.
Y ustedes, maes, ¿qué opinan? ¿Se apuntarían a una vara así o ya son expertas en el tema? ¿Qué otra capacitación práctica sienten que hace falta para que andemos más seguras en la calle, sin depender de nadie?