Maes, no sé si ya se toparon con la última entrevista de Montserrat del Castillo, pero si no, pónganse cómodos porque la vara está para analizarla. La presentadora de "De boca en boca" se sentó a conversar con su compa Johanna Villalobos en su pódcast y, diay, se mandó a hablar sin pelos en la lengua sobre uno de los temas más duros de su vida: el fin de su matrimonio de cinco años con el chef Jhona Monroy. Y no, no fue el típico discurso de “nos queremos mucho, pero tomamos caminos diferentes”. Montse le puso nombre y apellido al sentimiento: un fracaso.
Escuchar a una figura pública hablar de un divorcio como un “fracaso” personal es un verdadero bombazo, más que todo porque va en contra de la narrativa que siempre nos venden. La vara es que ella siempre soñó con esa familia de postal, estable y para toda la vida. Por eso, ver que ese proyecto se le fue al traste el año pasado, como ella misma dijo, fue un golpe directo al corazón. Para muchos, un divorcio es un despiche legal y emocional, pero Montse lo pintó más como una lección durísima, un luto por un sueño que no pudo ser. Y es que, seamos honestos, ¿quién no ha sentido que se le desmorona un plan de vida y ha pensado “qué sal, en esto fallé”?
Pero aquí es donde el asunto se pone realmente interesante y, para mí, admirable. Montse soltó una frase que me dejó pensando un buen rato. Habló de “irse a tiempo” y lo describió como lo más difícil que ha hecho en su vida. Usó una metáfora increíble: irse cuando el volcán no ha hecho erupción, cuando todo se ve divino y floreciendo por fuera. ¡Qué nivel de madurez se necesita para eso! Tomar la decisión de salir de una situación no porque ya todo explotó y no queda de otra, sino porque uno sabe, en el fondo, que es lo correcto para uno mismo y para la otra persona. Es irse por la puerta de adelante, con lealtad a uno mismo.
Claro, nada de esto ha sido un camino de rosas. Ella misma dejó entrever que después de la separación pasaron cosas que la hicieron reafirmar que su decisión fue la correcta, situaciones que la llevaron a pensar “yo valgo más”. Y en medio de todo ese huracán emocional, siempre ha tenido una brújula clarísima: su hijo. Poner al güila de primero, protegerlo y asegurarse de que él esté bien ha sido su principal brete, y eso, en medio de un dolor personal tan grande, es de aplaudir. Es la clásica jugada de mamá leona que tiene que ser fuerte aunque por dentro se esté quebrando.
Al final, Montse cierra con una tranquilidad que asusta un poco: dice que ya no le tiene miedo a quedarse sola. No anda buscando clavo que la saque de otro clavo ni apresurando nada. Está viviendo su duelo, su proceso, y punto. Esto va más allá del chisme de farándula; es una conversación súper necesaria sobre la valentía de reconocer cuando algo no funciona, por más que duela, y sobre el amor propio que se necesita para dar un paso al costado antes de que el volcán arrase con todo. Es una lección de vida que, la verdad, le puede servir a cualquiera.
Diay, maes, más allá del chisme, ¿qué opinan de esa idea de “irse a tiempo”? ¿Creen que es un acto de valentía o es mejor quedarse a luchar hasta que ya no se pueda más? ¿Alguno ha pasado por una vara así?
Escuchar a una figura pública hablar de un divorcio como un “fracaso” personal es un verdadero bombazo, más que todo porque va en contra de la narrativa que siempre nos venden. La vara es que ella siempre soñó con esa familia de postal, estable y para toda la vida. Por eso, ver que ese proyecto se le fue al traste el año pasado, como ella misma dijo, fue un golpe directo al corazón. Para muchos, un divorcio es un despiche legal y emocional, pero Montse lo pintó más como una lección durísima, un luto por un sueño que no pudo ser. Y es que, seamos honestos, ¿quién no ha sentido que se le desmorona un plan de vida y ha pensado “qué sal, en esto fallé”?
Pero aquí es donde el asunto se pone realmente interesante y, para mí, admirable. Montse soltó una frase que me dejó pensando un buen rato. Habló de “irse a tiempo” y lo describió como lo más difícil que ha hecho en su vida. Usó una metáfora increíble: irse cuando el volcán no ha hecho erupción, cuando todo se ve divino y floreciendo por fuera. ¡Qué nivel de madurez se necesita para eso! Tomar la decisión de salir de una situación no porque ya todo explotó y no queda de otra, sino porque uno sabe, en el fondo, que es lo correcto para uno mismo y para la otra persona. Es irse por la puerta de adelante, con lealtad a uno mismo.
Claro, nada de esto ha sido un camino de rosas. Ella misma dejó entrever que después de la separación pasaron cosas que la hicieron reafirmar que su decisión fue la correcta, situaciones que la llevaron a pensar “yo valgo más”. Y en medio de todo ese huracán emocional, siempre ha tenido una brújula clarísima: su hijo. Poner al güila de primero, protegerlo y asegurarse de que él esté bien ha sido su principal brete, y eso, en medio de un dolor personal tan grande, es de aplaudir. Es la clásica jugada de mamá leona que tiene que ser fuerte aunque por dentro se esté quebrando.
Al final, Montse cierra con una tranquilidad que asusta un poco: dice que ya no le tiene miedo a quedarse sola. No anda buscando clavo que la saque de otro clavo ni apresurando nada. Está viviendo su duelo, su proceso, y punto. Esto va más allá del chisme de farándula; es una conversación súper necesaria sobre la valentía de reconocer cuando algo no funciona, por más que duela, y sobre el amor propio que se necesita para dar un paso al costado antes de que el volcán arrase con todo. Es una lección de vida que, la verdad, le puede servir a cualquiera.
Diay, maes, más allá del chisme, ¿qué opinan de esa idea de “irse a tiempo”? ¿Creen que es un acto de valentía o es mejor quedarse a luchar hasta que ya no se pueda más? ¿Alguno ha pasado por una vara así?