Maes, hablemos de una vara que se las trae. Todos amamos Quepos. Diay, es el chante de Manuel Antonio, el perezoso de tres dedos, la playa que sale en todas las postales que les mandamos a los compas de afuera. Un paraíso, ¿verdad? Pues parece que últimamente a ese paraíso se le está metiendo una sombra bien fea. Las cifras del OIJ no mienten: 15 homicidios en lo que va del año. Quince. Y no es por un mal de amores o una discusión en un bar; la mayoría, como ya es costumbre en este país, son por ajuste de cuentas. O sea, crimen organizado en la puerta de uno de los destinos turísticos más tuanis de toda Costa Rica.
Y aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. Porque una cosa es la bronca entre bandas y otra muy distinta es cuando esa violencia empieza a salpicar el brete de miles de personas y la imagen del país. ¡Qué despiche! Imagínense al dueño del hotelito, a la señora de los souvenirs, al guía turístico que se la juega todos los días para que los gringos vean un mono cariblanco. Toda esa gente ve cómo la inseguridad amenaza con mandar al traste el esfuerzo de años. El turismo es una cadena, y si un eslabón se oxida, a todos nos salpica la herrumbre. Por eso, ver que la Muni y los empresarios por fin están reaccionando, es una noticia que ya hacía falta.
Entonces, ¿cuál es el plan maestro para ponerle un candado a la delincuencia? Pues, parece que la Municipalidad, con un empujón de la Embajada de Estados Unidos, le va a entrar con todo a la tecnología y a la presencia policial. La vara suena bien, en papel: van a instalar 33 cámaras de seguridad en puntos calientes. Fronteras, playas, barrios donde la cosa se pone más densa y, por supuesto, las zonas turísticas. Estos chunches van a estar conectados a un centro de monitoreo, con gente capacitada para no perder detalle. La idea es que antes de que llegue la temporada alta de diciembre, el "Gran Hermano" de Quepos ya esté funcionando a todo gas.
Pero las cámaras solas no hacen milagros, eso lo sabemos. Por eso, la segunda parte del combo es la que genera más expectativa: la creación de una Policía Municipal. Van a empezar con una primera camada de seis oficiales, un subjefe y, ojo al dato, una jefa a cargo. ¡Una mujer al mando para poner orden! La alcaldesa, Patricia Bolaños, confirmó que ya contrataron a la jefa y que este nuevo cuerpo no viene a competir con la Fuerza Pública, sino a bretear de la mano con ellos. Seis oficiales suena a poco, seamos honestos, pero es un primer paso. Es pasar de cero a algo, y en un país donde a veces todo se queda en promesas, eso ya es ganancia.
Ahora, aquí es donde nos ponemos serios y analizamos el panorama completo. El sector comercial, por medio de Christian Fallas, dice que esto va a "generar confianza". Y claro que sí, ver más uniformes y cámaras siempre da una sensación de más seguridad. Pero diay, maes, aquí va la pregunta del millón: ¿Son suficientes 33 cámaras y seis oficiales para frenar una bronca que parece mucho más de fondo, probablemente ligada al narco? ¿O es una medida para calmar las aguas y, sobre todo, para que el turista que viene a buscar el "pura vida" se sienta más tranquilo mientras se toma la foto con el perezoso? ¿Ustedes qué creen? ¿Es una solución real o solo una curita para una herida mucho más profunda?
Y aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. Porque una cosa es la bronca entre bandas y otra muy distinta es cuando esa violencia empieza a salpicar el brete de miles de personas y la imagen del país. ¡Qué despiche! Imagínense al dueño del hotelito, a la señora de los souvenirs, al guía turístico que se la juega todos los días para que los gringos vean un mono cariblanco. Toda esa gente ve cómo la inseguridad amenaza con mandar al traste el esfuerzo de años. El turismo es una cadena, y si un eslabón se oxida, a todos nos salpica la herrumbre. Por eso, ver que la Muni y los empresarios por fin están reaccionando, es una noticia que ya hacía falta.
Entonces, ¿cuál es el plan maestro para ponerle un candado a la delincuencia? Pues, parece que la Municipalidad, con un empujón de la Embajada de Estados Unidos, le va a entrar con todo a la tecnología y a la presencia policial. La vara suena bien, en papel: van a instalar 33 cámaras de seguridad en puntos calientes. Fronteras, playas, barrios donde la cosa se pone más densa y, por supuesto, las zonas turísticas. Estos chunches van a estar conectados a un centro de monitoreo, con gente capacitada para no perder detalle. La idea es que antes de que llegue la temporada alta de diciembre, el "Gran Hermano" de Quepos ya esté funcionando a todo gas.
Pero las cámaras solas no hacen milagros, eso lo sabemos. Por eso, la segunda parte del combo es la que genera más expectativa: la creación de una Policía Municipal. Van a empezar con una primera camada de seis oficiales, un subjefe y, ojo al dato, una jefa a cargo. ¡Una mujer al mando para poner orden! La alcaldesa, Patricia Bolaños, confirmó que ya contrataron a la jefa y que este nuevo cuerpo no viene a competir con la Fuerza Pública, sino a bretear de la mano con ellos. Seis oficiales suena a poco, seamos honestos, pero es un primer paso. Es pasar de cero a algo, y en un país donde a veces todo se queda en promesas, eso ya es ganancia.
Ahora, aquí es donde nos ponemos serios y analizamos el panorama completo. El sector comercial, por medio de Christian Fallas, dice que esto va a "generar confianza". Y claro que sí, ver más uniformes y cámaras siempre da una sensación de más seguridad. Pero diay, maes, aquí va la pregunta del millón: ¿Son suficientes 33 cámaras y seis oficiales para frenar una bronca que parece mucho más de fondo, probablemente ligada al narco? ¿O es una medida para calmar las aguas y, sobre todo, para que el turista que viene a buscar el "pura vida" se sienta más tranquilo mientras se toma la foto con el perezoso? ¿Ustedes qué creen? ¿Es una solución real o solo una curita para una herida mucho más profunda?