Maes, pónganle atención a esta vara porque tiene toda la pinta de que se va a poner buena. Resulta que en el INS, esa institución que todos conocemos, apareció un sindicato nuevo llamado Sitrains y, para no andar con rodeos, llegaron pateando la puerta. El tema central de este despiche es la masacre laboral que se mandaron en abril, cuando le dieron la carta de despido a 129 personas. Ahora, el nuevo sindicato está pidiendo cuentas claras y, sinceramente, ya era hora de que alguien lo hiciera.
El secretario general de Sitrains, un mae llamado Ronald Madrigal, se fue a plantar a la Asamblea Legislativa y soltó la bomba. Dijo, sin pelos en la lengua, que van a exigir los "estudios técnicos" que supuestamente justificaron esa barrida de personal. Y aquí es donde la cosa se pone interesante. Porque cuando una administración despide a más de cien personas, uno esperaría que tengan un folder bien grueso, lleno de gráficos y números que digan "sí, esto era necesario". Pero la movida de Sitrains huele a que ellos saben, o por lo menos sospechan, que esos papeles no existen o son puro cuento. Quieren ver si la administración del INS de verdad hizo la tarea o si simplemente se jalaron una torta monumental y ahora no saben cómo justificarla.
Pero vamos a lo que de verdad importa: la gente. Porque no estamos hablando de números en una hoja de Excel, estamos hablando de familias que se quedaron sin su principal ingreso. Según Madrigal, el recorte no fue parejo. ¡Qué va! A la alta gerencia, a los meros meros, no les tocaron ni un pelo. Los despidos se concentraron en sucursales y jefaturas medias. Y lo más triste de todo es el perfil de la gente que se fue para la casa. Hablamos de empleados con un montón de años de experiencia, muchos de ellos a un paso de pensionarse. ¡Qué sal! Después de dedicarle toda una vida al brete, te mandan a volar justo antes de la meta. Encima, denuncian que se volaron a gente con fuero sindical y hasta a una compañera en licencia de lactancia. Eso, aquí y en cualquier lado, es una jugada cochina y arbitraria.
Lo que agrava el asunto es el silencio. Madrigal asegura que tanto la administración del INS como el otro sindicato más viejo, Upins, han jugado de misteriosos, guardándose las "razones" de los despidos como si fuera un secreto de Estado. Ese silencio solo alimenta las sospechas de que aquí hay algo turbio. Cuando nadie quiere hablar, usualmente es porque la explicación es indefendible. Por dicha, los despedidos no se quedaron de brazos cruzados. Varios ya pusieron la denuncia en el Ministerio de Trabajo y están llevando sus casos a los tribunales. Este pleito va para largo, y parece que el plan de "reestructuración silenciosa" se les fue al traste.
En resumen, tenemos un sindicato nuevo con ganas de bronca, 129 exempleados buscando justicia y una administración que, de momento, prefiere callar. Sitrains está pidiendo los papeles que demuestren que esto no fue una decisión a la libre, una movida para quitarse de encima a la gente más "cara" o a los que estaban por pensionarse. La pregunta que queda en el aire es si lograrán algo o si todo esto terminará en nada. Pero de momento, la presión está puesta y el foco está sobre el INS.
Diay, maes, ¿qué opinan ustedes? ¿Creen que este nuevo sindicato tiene la fuerza para obligar al INS a dar la cara o es solo un round más en la eterna pelea entre sindicatos y patronos? ¿Huele a movida política para limpiar la casa a gusto de la gerencia?
El secretario general de Sitrains, un mae llamado Ronald Madrigal, se fue a plantar a la Asamblea Legislativa y soltó la bomba. Dijo, sin pelos en la lengua, que van a exigir los "estudios técnicos" que supuestamente justificaron esa barrida de personal. Y aquí es donde la cosa se pone interesante. Porque cuando una administración despide a más de cien personas, uno esperaría que tengan un folder bien grueso, lleno de gráficos y números que digan "sí, esto era necesario". Pero la movida de Sitrains huele a que ellos saben, o por lo menos sospechan, que esos papeles no existen o son puro cuento. Quieren ver si la administración del INS de verdad hizo la tarea o si simplemente se jalaron una torta monumental y ahora no saben cómo justificarla.
Pero vamos a lo que de verdad importa: la gente. Porque no estamos hablando de números en una hoja de Excel, estamos hablando de familias que se quedaron sin su principal ingreso. Según Madrigal, el recorte no fue parejo. ¡Qué va! A la alta gerencia, a los meros meros, no les tocaron ni un pelo. Los despidos se concentraron en sucursales y jefaturas medias. Y lo más triste de todo es el perfil de la gente que se fue para la casa. Hablamos de empleados con un montón de años de experiencia, muchos de ellos a un paso de pensionarse. ¡Qué sal! Después de dedicarle toda una vida al brete, te mandan a volar justo antes de la meta. Encima, denuncian que se volaron a gente con fuero sindical y hasta a una compañera en licencia de lactancia. Eso, aquí y en cualquier lado, es una jugada cochina y arbitraria.
Lo que agrava el asunto es el silencio. Madrigal asegura que tanto la administración del INS como el otro sindicato más viejo, Upins, han jugado de misteriosos, guardándose las "razones" de los despidos como si fuera un secreto de Estado. Ese silencio solo alimenta las sospechas de que aquí hay algo turbio. Cuando nadie quiere hablar, usualmente es porque la explicación es indefendible. Por dicha, los despedidos no se quedaron de brazos cruzados. Varios ya pusieron la denuncia en el Ministerio de Trabajo y están llevando sus casos a los tribunales. Este pleito va para largo, y parece que el plan de "reestructuración silenciosa" se les fue al traste.
En resumen, tenemos un sindicato nuevo con ganas de bronca, 129 exempleados buscando justicia y una administración que, de momento, prefiere callar. Sitrains está pidiendo los papeles que demuestren que esto no fue una decisión a la libre, una movida para quitarse de encima a la gente más "cara" o a los que estaban por pensionarse. La pregunta que queda en el aire es si lograrán algo o si todo esto terminará en nada. Pero de momento, la presión está puesta y el foco está sobre el INS.
Diay, maes, ¿qué opinan ustedes? ¿Creen que este nuevo sindicato tiene la fuerza para obligar al INS a dar la cara o es solo un round más en la eterna pelea entre sindicatos y patronos? ¿Huele a movida política para limpiar la casa a gusto de la gerencia?