Maes, honestamente, ¿cuántos de ustedes han pensado que la vara de los ciberataques es un cuento chino que solo le pasa a las megacorporaciones gringas? Uno ve las noticias y piensa 'diay, qué salados', pero lo ve como algo lejano, de película. Pues parece que la película ya la están pasando aquí y nosotros somos los extras que no saben qué está pasando. Resulta que el Colegio de Contadores Públicos de Costa Rica, que de plata y tortas financieras saben un montón, pegó el grito al cielo. Dicen que esta amenaza ya no es un 'quizás', es un 'cuándo' y que la economía del país está en la pura línea de fuego.
Para que se hagan una idea del despiche, agarren estos números. Según la UNA, en los últimos 6 años nos hemos recetado más de 26,600 denuncias por delitos informáticos. ¡Veintiséis mil! Eso no es un error de dedo, es una procesión de gente y empresas a las que les robaron datos, les suplantaron la identidad o les vaciaron las cuentas. Y si vemos afuera para asustarnos más, la cosa se pone peor: a nivel global, los jugosos ataques al sector financiero han significado pérdidas de hasta 12 mil millones de dólares en dos décadas. La vara es que el problema se está acelerando; solo desde el 2020, la cuenta del desastre supera los 2,500 millones. Si no nos ponemos las pilas, todo el brete de años se nos puede ir al traste en un par de clics.
Lo más interesante de la alerta que lanza Dunia Zamora, la presidenta del Colegio, es que le baja el volumen al lenguaje técnico y lo pone en buen tico: esto no es un asunto solo para el mae de IT que uno llama cuando se le pega la compu. Es un tema estratégico y hasta ético que nos toca a todos. Ella lo dijo clarito: desde la mega empresa que sale en las noticias hasta la PYME que vende chunchitos por Instagram, todos están en el mismo barco. Y nosotros, los clientes, tenemos que espabilarnos para exigir que cuiden nuestros datos. Si una empresa se jala una torta monumental por pura negligencia y nuestros datos terminan en manos de cualquiera, el problema es de ellos, pero la pesadilla es nuestra.
Ahora, hablemos de los villanos de esta historia. Está el famoso 'ransomware', que es básicamente un secuestro digital: le bloquean todo y le piden un platal para devolverle el acceso. Luego está el 'phishing', el clásico timo del 'primo lejano' o el 'banco' que le manda un link para 'actualizar sus datos' y ¡zaz!, le robaron hasta el último cinco. A eso súmenle que muchas empresas siguen usando sistemas más viejos que el andar a pie, que son como una puerta sin candado. Y para ponerle la cereza al pastel, entra en escena la Inteligencia Artificial. Por un lado, qué nivel, porque ayuda a detectar ataques en tiempo real. Por otro, los mismos ciberdelincuentes la usan para crear estafas cada vez más creíbles y personalizadas.
Por dicha, no todo es ver el barco hundirse sin hacer nada. Hay gente que sí está en todas y se está moviendo. Precisamente para hablar de este enredo, el mismo Colegio de Contadores está organizando su 12º Congreso Internacional de Información Financiera este 4 y 5 de septiembre. Van a reunir a un montón de expertos para ver cómo se le hace frente a esta amenaza, que claramente ya dejó de ser un 'asunto técnico' para convertirse en un dolor de cabeza nacional. La discusión es vital, porque de nada sirve tener una economía que crece si un solo ataque bien puesto puede mandarla de vuelta a la casilla de salida.
Pero más allá de los congresos, ¿qué hacemos nosotros, los de a pie? ¿Han estado cerca de caer en una estafa de estas? ¿Creen que en su brete se toman esto en serio o es puro 'ahí vemos'? Cuenten, maes, que este arroz ya se está quemando.
Para que se hagan una idea del despiche, agarren estos números. Según la UNA, en los últimos 6 años nos hemos recetado más de 26,600 denuncias por delitos informáticos. ¡Veintiséis mil! Eso no es un error de dedo, es una procesión de gente y empresas a las que les robaron datos, les suplantaron la identidad o les vaciaron las cuentas. Y si vemos afuera para asustarnos más, la cosa se pone peor: a nivel global, los jugosos ataques al sector financiero han significado pérdidas de hasta 12 mil millones de dólares en dos décadas. La vara es que el problema se está acelerando; solo desde el 2020, la cuenta del desastre supera los 2,500 millones. Si no nos ponemos las pilas, todo el brete de años se nos puede ir al traste en un par de clics.
Lo más interesante de la alerta que lanza Dunia Zamora, la presidenta del Colegio, es que le baja el volumen al lenguaje técnico y lo pone en buen tico: esto no es un asunto solo para el mae de IT que uno llama cuando se le pega la compu. Es un tema estratégico y hasta ético que nos toca a todos. Ella lo dijo clarito: desde la mega empresa que sale en las noticias hasta la PYME que vende chunchitos por Instagram, todos están en el mismo barco. Y nosotros, los clientes, tenemos que espabilarnos para exigir que cuiden nuestros datos. Si una empresa se jala una torta monumental por pura negligencia y nuestros datos terminan en manos de cualquiera, el problema es de ellos, pero la pesadilla es nuestra.
Ahora, hablemos de los villanos de esta historia. Está el famoso 'ransomware', que es básicamente un secuestro digital: le bloquean todo y le piden un platal para devolverle el acceso. Luego está el 'phishing', el clásico timo del 'primo lejano' o el 'banco' que le manda un link para 'actualizar sus datos' y ¡zaz!, le robaron hasta el último cinco. A eso súmenle que muchas empresas siguen usando sistemas más viejos que el andar a pie, que son como una puerta sin candado. Y para ponerle la cereza al pastel, entra en escena la Inteligencia Artificial. Por un lado, qué nivel, porque ayuda a detectar ataques en tiempo real. Por otro, los mismos ciberdelincuentes la usan para crear estafas cada vez más creíbles y personalizadas.
Por dicha, no todo es ver el barco hundirse sin hacer nada. Hay gente que sí está en todas y se está moviendo. Precisamente para hablar de este enredo, el mismo Colegio de Contadores está organizando su 12º Congreso Internacional de Información Financiera este 4 y 5 de septiembre. Van a reunir a un montón de expertos para ver cómo se le hace frente a esta amenaza, que claramente ya dejó de ser un 'asunto técnico' para convertirse en un dolor de cabeza nacional. La discusión es vital, porque de nada sirve tener una economía que crece si un solo ataque bien puesto puede mandarla de vuelta a la casilla de salida.
Pero más allá de los congresos, ¿qué hacemos nosotros, los de a pie? ¿Han estado cerca de caer en una estafa de estas? ¿Creen que en su brete se toman esto en serio o es puro 'ahí vemos'? Cuenten, maes, que este arroz ya se está quemando.