Maes, hablemos de la última novela verdiblanca. Cuando uno cree que ya lo ha visto todo, Liberación Nacional se jala una torta de proporciones épicas. Resulta que el pleito interno en San Ramón, que ya parece serie de Netflix por lo largo y enredado, les acaba de costar el acceso a la platica de la deuda política. Así como lo oyen: su candidato, Álvaro Ramos, podría arrancar la campaña presidencial teniendo que pedir fiado en la pulpería, porque el chorro de la contribución estatal está cerrado. ¡Qué despiche!
Pongámoslo en sencillo para que se entienda la magnitud del enredo. Para que un partido pueda recibir la millonada de la "deuda política", el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) les pide una cosa básica: tener la casa en orden. Eso significa renovar todas sus estructuras internas, desde el comité de un pueblito hasta la dirigencia nacional. Diay, el PLN hizo todo el brete, menos en un lugar: San Ramón. En el cantón de los poetas, la cosa está tan tensa que ni siquiera pudieron hacer la asamblea cantonal. Necesitaban 54 delegados para tener quórum y apenas llegaron 39. O sea, ni para la foto alcanzaron. Y sin esa bendita asamblea, legalmente, la renovación del partido está incompleta.
Aquí es donde la vara se pone color de hormiga. Este boicot no es casualidad. Las malas lenguas, y las no tan malas también, apuntan a que todo es una medida de presión de un sector liderado por el exalcalde Nixon Ureña. Aparentemente, el objetivo es frenar una supuesta aspiración del actual secretario general del partido, Miguel Guillén, para ser diputado por Alajuela. Guillén y Ramos, por supuesto, lo niegan todo y dicen que eso ni se está discutiendo, pero el río suena porque piedras trae. Lo irónico es que, por una supuesta pugna por un puestito en la Asamblea Legislativa, están poniendo en jaque toda la campaña presidencial. ¡Un negocio redondo!
El TSE, en su infinita sabiduría salomónica, les tiró un balde de agua fría. Unos delegados, asustados de que todo se fuera al traste, pusieron un recurso de amparo. El Tribunal respondió con una jugada maestra: "Tranquilos, sí pueden inscribir candidatos y participar en las elecciones. Pero de la platita, ni hablamos". La resolución es clarísima: hasta que no resuelvan el desmadre en San Ramón, no hay derecho a pedir reembolso de los gastos de campaña. El partido puede seguir adelante, pero con sus propios fondos. Y todos sabemos que una campaña presidencial sin deuda política es como un tamal sin salsa Lizano: simplemente no sabe igual.
Miguel Guillén, el secretario general, salió a minimizar el golpe, diciendo que "tranquilos, esa plata la reclamamos después de mayo de 2026". Mae, con todo respeto, ¿quién le cree? Empezar una contienda electoral con una desventaja financiera tan salvaje es un tiro en el pie. Mientras los demás partidos estarán inundando el país de vallas, anuncios y giras, en el PLN van a tener que hacer una colecta. Este conflicto interno dejó de ser un problema local y se convirtió en la piedra en el zapato más grande para Álvaro Ramos. Arrancar la campaña así es, sin duda, estar bien salado.
Maes, ahora en serio: ¿Creen que esta vara es un simple tropezón y el PLN lo arregla, o es el clavo en el ataúd que le podría costar la presidencia a Ramos? ¿Pesa más la plata o el orgullo en Liberación?
Pongámoslo en sencillo para que se entienda la magnitud del enredo. Para que un partido pueda recibir la millonada de la "deuda política", el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) les pide una cosa básica: tener la casa en orden. Eso significa renovar todas sus estructuras internas, desde el comité de un pueblito hasta la dirigencia nacional. Diay, el PLN hizo todo el brete, menos en un lugar: San Ramón. En el cantón de los poetas, la cosa está tan tensa que ni siquiera pudieron hacer la asamblea cantonal. Necesitaban 54 delegados para tener quórum y apenas llegaron 39. O sea, ni para la foto alcanzaron. Y sin esa bendita asamblea, legalmente, la renovación del partido está incompleta.
Aquí es donde la vara se pone color de hormiga. Este boicot no es casualidad. Las malas lenguas, y las no tan malas también, apuntan a que todo es una medida de presión de un sector liderado por el exalcalde Nixon Ureña. Aparentemente, el objetivo es frenar una supuesta aspiración del actual secretario general del partido, Miguel Guillén, para ser diputado por Alajuela. Guillén y Ramos, por supuesto, lo niegan todo y dicen que eso ni se está discutiendo, pero el río suena porque piedras trae. Lo irónico es que, por una supuesta pugna por un puestito en la Asamblea Legislativa, están poniendo en jaque toda la campaña presidencial. ¡Un negocio redondo!
El TSE, en su infinita sabiduría salomónica, les tiró un balde de agua fría. Unos delegados, asustados de que todo se fuera al traste, pusieron un recurso de amparo. El Tribunal respondió con una jugada maestra: "Tranquilos, sí pueden inscribir candidatos y participar en las elecciones. Pero de la platita, ni hablamos". La resolución es clarísima: hasta que no resuelvan el desmadre en San Ramón, no hay derecho a pedir reembolso de los gastos de campaña. El partido puede seguir adelante, pero con sus propios fondos. Y todos sabemos que una campaña presidencial sin deuda política es como un tamal sin salsa Lizano: simplemente no sabe igual.
Miguel Guillén, el secretario general, salió a minimizar el golpe, diciendo que "tranquilos, esa plata la reclamamos después de mayo de 2026". Mae, con todo respeto, ¿quién le cree? Empezar una contienda electoral con una desventaja financiera tan salvaje es un tiro en el pie. Mientras los demás partidos estarán inundando el país de vallas, anuncios y giras, en el PLN van a tener que hacer una colecta. Este conflicto interno dejó de ser un problema local y se convirtió en la piedra en el zapato más grande para Álvaro Ramos. Arrancar la campaña así es, sin duda, estar bien salado.
Maes, ahora en serio: ¿Creen que esta vara es un simple tropezón y el PLN lo arregla, o es el clavo en el ataúd que le podría costar la presidencia a Ramos? ¿Pesa más la plata o el orgullo en Liberación?
