Mae, ¿se acuerdan cuando lo más grave que uno podía hacer en el cole era copiarse en un examen o, con suerte, fumarse un cigarro a escondidas detrás del gimnasio? Diay, parece que esos tiempos se ven casi tiernos al lado de la situación actual. El Ministerio de Educación Pública (MEP) acaba de soltar una bomba y, para muchos estudiantes, la cosa se puso color de hormiga: vapear en el centro educativo ahora es una falta grave, sin peros ni excusas, que te manda a guardar por 15 días y te clava un -20 en la nota de conducta. Así, sin escalas.
Seamos claros, la vara ya no es para tomársela a la ligera. Antes, el reglamento hablaba de cigarros y alcohol, y las sanciones eran más flexibles; podías reparar el daño, hacer trabajitos educativos, una vara así. Pero ahora, con la reforma al Reglamento de Evaluaciones, el MEP se quitó los guantes. Según el ministro Leonardo Sánchez, se acabó la alcahuetería. La sanción es fija y directa: te cachan con el chunche ese, y estás salado. 20 puntos menos y dos semanas de “vacaciones” forzadas para que pienses en la vida. ¡Qué torta para el que caiga!
Y uno se pregunta, ¿por qué tan drásticos? Bueno, los datos que tiraron las autoridades de Salud son para sentarse a llorar. Un 12% de los colegiales entre 15 y 19 años usaron un vapeador en el último mes. ¡Un 12 por ciento! Eso no es un par de casos aislados, es una epidemia silenciosa que está creciendo en los pasillos de los coles. El ministro fue tajante al decir que esta vara es “un disfraz para enganchar a los jóvenes en el consumo de drogas” y que, en el fondo, les están ofreciendo la muerte. Frases fuertes, pero que reflejan la magnitud del despiche que tienen entre manos. La cosa es tan seria que hasta se ratificó la potestad de revisar bultos y maletines si hay sospecha. Un tema que siempre genera roncha, pero que el MEP defiende a capa y espada como una medida de salud pública, no de legalidad.
Ahora, como era de esperarse, también le tiraron la bola a los tatas. El jerarca del MEP hizo un llamado casi desesperado a las familias, diciendo que de nada sirve el brete que ellos hacen si el estudiante pasa la mitad del tiempo en la casa y nadie le pone atención. “El principal educador de nuestros estudiantes es la familia”, recalcó. Y tiene un punto. Es fácil culpar al cole por todo, pero el problema del vapeo, y de cualquier otra sustancia, empieza y se combate también en casa. Es una corresponsabilidad que muchos parecen olvidar, hasta que ya el problema estalló y no hay para dónde agarrar.
Al final, esta es la situación: el MEP sacó el garrote, cansado de que el problema se le saliera de las manos. La pregunta que queda en el aire es si esta mano dura de verdad va a funcionar. Quitarle 20 puntos a un güila y suspenderlo por 15 días lectivos —que es un montón de materia perdida— podría ser el empujón que necesita para perder el año. ¿Es una medida efectiva para disuadir, o es simplemente un castigo que podría marginar todavía más a un estudiante que, probablemente, ya tiene otros problemas de fondo? ¿Ustedes qué opinan, maes? ¿Es esta la solución correcta o es solo un curita para una herida que es mucho más profunda?
Seamos claros, la vara ya no es para tomársela a la ligera. Antes, el reglamento hablaba de cigarros y alcohol, y las sanciones eran más flexibles; podías reparar el daño, hacer trabajitos educativos, una vara así. Pero ahora, con la reforma al Reglamento de Evaluaciones, el MEP se quitó los guantes. Según el ministro Leonardo Sánchez, se acabó la alcahuetería. La sanción es fija y directa: te cachan con el chunche ese, y estás salado. 20 puntos menos y dos semanas de “vacaciones” forzadas para que pienses en la vida. ¡Qué torta para el que caiga!
Y uno se pregunta, ¿por qué tan drásticos? Bueno, los datos que tiraron las autoridades de Salud son para sentarse a llorar. Un 12% de los colegiales entre 15 y 19 años usaron un vapeador en el último mes. ¡Un 12 por ciento! Eso no es un par de casos aislados, es una epidemia silenciosa que está creciendo en los pasillos de los coles. El ministro fue tajante al decir que esta vara es “un disfraz para enganchar a los jóvenes en el consumo de drogas” y que, en el fondo, les están ofreciendo la muerte. Frases fuertes, pero que reflejan la magnitud del despiche que tienen entre manos. La cosa es tan seria que hasta se ratificó la potestad de revisar bultos y maletines si hay sospecha. Un tema que siempre genera roncha, pero que el MEP defiende a capa y espada como una medida de salud pública, no de legalidad.
Ahora, como era de esperarse, también le tiraron la bola a los tatas. El jerarca del MEP hizo un llamado casi desesperado a las familias, diciendo que de nada sirve el brete que ellos hacen si el estudiante pasa la mitad del tiempo en la casa y nadie le pone atención. “El principal educador de nuestros estudiantes es la familia”, recalcó. Y tiene un punto. Es fácil culpar al cole por todo, pero el problema del vapeo, y de cualquier otra sustancia, empieza y se combate también en casa. Es una corresponsabilidad que muchos parecen olvidar, hasta que ya el problema estalló y no hay para dónde agarrar.
Al final, esta es la situación: el MEP sacó el garrote, cansado de que el problema se le saliera de las manos. La pregunta que queda en el aire es si esta mano dura de verdad va a funcionar. Quitarle 20 puntos a un güila y suspenderlo por 15 días lectivos —que es un montón de materia perdida— podría ser el empujón que necesita para perder el año. ¿Es una medida efectiva para disuadir, o es simplemente un castigo que podría marginar todavía más a un estudiante que, probablemente, ya tiene otros problemas de fondo? ¿Ustedes qué opinan, maes? ¿Es esta la solución correcta o es solo un curita para una herida que es mucho más profunda?