Hablemos paja, maes. Para cualquiera que haya estado cerca del sector turismo, sacar la Certificación de Sostenibilidad Turística (CST) era casi un acto de fe. Un despiche de papeleo, requisitos que parecían sacados de un manual de la NASA y una tramitología que le quitaba las ganas hasta al empresario más ‘pura vida’. Era la clásica vara que sonaba increíble en el papel, pero en la práctica, para un negocio pequeño o mediano, era un dolor de cabeza asegurado. Más de uno prefería seguir su camino sin el famoso sellito antes que meterse en esa odisea burocrática.
Pero diay, parece que en el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) por fin se tomaron el cafecito y decidieron meterle mano al asunto. Y la verdad, ¡qué chiva les quedó! El sábado presentaron la versión 2025 del CST y, por lo que se ve, la cosa promete. No es solo un bañito de pintura con un logo nuevo (que por cierto, está tuanis), sino una reestructuración de fondo. La noticia bomba es que le metieron una tijera de un 50% a los trámites. ¡Cincuenta por ciento! Eliminaron duplicidades, simplificaron indicadores y ahora los comprobantes son más fáciles de gestionar. Esto se traduce en menos tiempo perdido en papeleo y más tiempo para lo que importa: dar un servicio de calidad.
Ahora, no seamos ingenuos. Esto no es solo para que el dueño del hotelito en La Fortuna se ahorre un par de carreras. Detrás de todo este chunche hay una estrategia maciza. Como bien dijo Adriana Acosta, la directora de la Marca País, esta actualización es totalmente coherente con la visión que se tiene para Tiquicia de aquí al 2035. La sostenibilidad ya no es un extra, es el plato fuerte de nuestro menú. Reforzar el CST es una forma de decirle al mundo: "Mae, aquí nos tomamos el turismo responsable en serio, y además, se lo hacemos fácil a quienes quieran hacer las cosas bien". Es una jugada inteligente para mantenernos en la cresta de la ola del ecoturismo global.
Y aquí es donde la vara se pone seria. Costa Rica no puede vivir del cuento de que somos ‘verdes’ y ya. La competencia está ruda. Países en Latinoamérica y otras partes del mundo, que antes ni figuraban en el mapa del turismo sostenible, ahora están poniéndose las pilas y copiando nuestro modelo. Si no modernizamos nuestros estándares y los hacemos accesibles y competitivos, nos quedamos atrás. El brete del ICT, y de todos en el sector, es asegurarse de que nuestra ‘medalla de oro’ en sostenibilidad siga brillando y no se oxide por la burocracia. Este paso, al menos en teoría, apunta en la dirección correcta y le da herramientas a las empresas para competir con más fuerza.
En resumen, la actualización del CST 2025 se ve a cachete. Menos burocracia, más agilidad y una imagen fresca para seguir vendiendo a Costa Rica como el paraíso verde que es. El plan piloto con 10 empresas aparentemente fue un éxito, y con 157 empresas ya certificadas, la base existe. La intención es buenísima, pero del dicho al hecho… ya saben. La prueba de fuego será ver si los pequeños y medianos empresarios, los que de verdad la pulen día a día, se montan en el barco o si la corriente del papeleo, aunque reducida, todavía es muy fuerte.
Ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿Creen que esta simplificación del CST de verdad va a motivar a más soditas, operadores de tours pequeños y hoteles familiares a certificarse? ¿O al final del día seguirá siendo un juego solo para las grandes cadenas hoteleras? ¡Los leo!
Pero diay, parece que en el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) por fin se tomaron el cafecito y decidieron meterle mano al asunto. Y la verdad, ¡qué chiva les quedó! El sábado presentaron la versión 2025 del CST y, por lo que se ve, la cosa promete. No es solo un bañito de pintura con un logo nuevo (que por cierto, está tuanis), sino una reestructuración de fondo. La noticia bomba es que le metieron una tijera de un 50% a los trámites. ¡Cincuenta por ciento! Eliminaron duplicidades, simplificaron indicadores y ahora los comprobantes son más fáciles de gestionar. Esto se traduce en menos tiempo perdido en papeleo y más tiempo para lo que importa: dar un servicio de calidad.
Ahora, no seamos ingenuos. Esto no es solo para que el dueño del hotelito en La Fortuna se ahorre un par de carreras. Detrás de todo este chunche hay una estrategia maciza. Como bien dijo Adriana Acosta, la directora de la Marca País, esta actualización es totalmente coherente con la visión que se tiene para Tiquicia de aquí al 2035. La sostenibilidad ya no es un extra, es el plato fuerte de nuestro menú. Reforzar el CST es una forma de decirle al mundo: "Mae, aquí nos tomamos el turismo responsable en serio, y además, se lo hacemos fácil a quienes quieran hacer las cosas bien". Es una jugada inteligente para mantenernos en la cresta de la ola del ecoturismo global.
Y aquí es donde la vara se pone seria. Costa Rica no puede vivir del cuento de que somos ‘verdes’ y ya. La competencia está ruda. Países en Latinoamérica y otras partes del mundo, que antes ni figuraban en el mapa del turismo sostenible, ahora están poniéndose las pilas y copiando nuestro modelo. Si no modernizamos nuestros estándares y los hacemos accesibles y competitivos, nos quedamos atrás. El brete del ICT, y de todos en el sector, es asegurarse de que nuestra ‘medalla de oro’ en sostenibilidad siga brillando y no se oxide por la burocracia. Este paso, al menos en teoría, apunta en la dirección correcta y le da herramientas a las empresas para competir con más fuerza.
En resumen, la actualización del CST 2025 se ve a cachete. Menos burocracia, más agilidad y una imagen fresca para seguir vendiendo a Costa Rica como el paraíso verde que es. El plan piloto con 10 empresas aparentemente fue un éxito, y con 157 empresas ya certificadas, la base existe. La intención es buenísima, pero del dicho al hecho… ya saben. La prueba de fuego será ver si los pequeños y medianos empresarios, los que de verdad la pulen día a día, se montan en el barco o si la corriente del papeleo, aunque reducida, todavía es muy fuerte.
Ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿Creen que esta simplificación del CST de verdad va a motivar a más soditas, operadores de tours pequeños y hoteles familiares a certificarse? ¿O al final del día seguirá siendo un juego solo para las grandes cadenas hoteleras? ¡Los leo!