Uno lee estas noticias y, diay, se le revuelve un poco el estómago. ¿Se acuerdan del mae apellidado Ibarra? El que supuestamente era parte de una banda bien montada que se dedicaba a levantar carros en fiestas y eventos masivos. Bueno, la noticia es que el Juzgado Penal de Liberia le acaba de recetar tres meses más de prisión preventiva. Y ojo, el tipo ya lleva guardado desde octubre del año pasado. ¡Casi un año y la vara sigue en veremos!
Aquí es donde uno empieza a conectar los puntos y se da cuenta del despiche que hay detrás. Esto no era un ladrón cualquiera que se encontró unas llaves pegadas. Según el OIJ, esta gente tenía una logística de primer nivel. Iban a los conciertos, a los topes, a cualquier lugar donde uno deja el carro en la calle, rezando para que siga ahí cuando uno vuelva. Ellos, en apariencia, llegaban, escogían los mejores carros y se los llevaban como si nada. Era el terror de cualquier persona que solo quería ir a pasarla bien un rato.
Pero el nivel de malicia no terminaba ahí, que va. La parte más retorcida del brete de ellos era lo que venía después. Agarraban el chunche robado, le alteraban el chasis, los papeles, el color... todo lo que se pudiera para "blanquearlo". Y luego, se lo vendían a una persona inocente que, buscando un buen negocio, terminaba comprando un problema gigante. Imagínense la escena: usted, todo feliz con su "nuevo" carro, y un día le cae el OIJ a la casa a decirle que su vehículo es robado. ¡Qué sal! No solo pierde la plata, sino que se mete en un enredo legal que nadie quiere. Todo su plan de tener un chuzo nuevo se fue al traste por culpa de estos maes.
Y eso me lleva de vuelta a Ibarra y su estadía extendida en la cárcel. Por un lado, uno siente un alivio de que uno de los presuntos responsables de este desmadre siga fuera de las calles. Saber que hay gente así, organizada para fregarle la vida a los demás, de verdad que agüeva. Pero por otro lado, ¿qué nos dice que un caso tarde tanto en resolverse? Lleva casi un año en preventiva y le acaban de dar tres meses más. Esto huele a que la investigación es un laberinto, con un montón de pruebas que recolectar y quién sabe cuántos más involucrados.
Al final, la noticia deja un sabor agridulce. Es bueno que el sistema funcione y mantenga a los sospechosos de delitos tan graves bajo custodia, pero la lentitud a veces es desesperante. Este caso no es solo sobre un tipo en la cárcel; es sobre una red que le arruinó la paz a decenas de familias, tanto a los que les robaron el carro como a los que, sin saberlo, compraron el problema. Es un recordatorio de que en la calle, y hasta en los sitios de venta, hay que andar con mil ojos.
Diay, maes, ¿ustedes qué opinan? ¿Confían en que la vara de la prisión preventiva de verdad ayuda a resolver estos despiches o sienten que a veces es solo patear la bola para adelante mientras los casos se enfrían? ¿Alguno ha tenido una mala experiencia con el carro en un evento de estos?
Aquí es donde uno empieza a conectar los puntos y se da cuenta del despiche que hay detrás. Esto no era un ladrón cualquiera que se encontró unas llaves pegadas. Según el OIJ, esta gente tenía una logística de primer nivel. Iban a los conciertos, a los topes, a cualquier lugar donde uno deja el carro en la calle, rezando para que siga ahí cuando uno vuelva. Ellos, en apariencia, llegaban, escogían los mejores carros y se los llevaban como si nada. Era el terror de cualquier persona que solo quería ir a pasarla bien un rato.
Pero el nivel de malicia no terminaba ahí, que va. La parte más retorcida del brete de ellos era lo que venía después. Agarraban el chunche robado, le alteraban el chasis, los papeles, el color... todo lo que se pudiera para "blanquearlo". Y luego, se lo vendían a una persona inocente que, buscando un buen negocio, terminaba comprando un problema gigante. Imagínense la escena: usted, todo feliz con su "nuevo" carro, y un día le cae el OIJ a la casa a decirle que su vehículo es robado. ¡Qué sal! No solo pierde la plata, sino que se mete en un enredo legal que nadie quiere. Todo su plan de tener un chuzo nuevo se fue al traste por culpa de estos maes.
Y eso me lleva de vuelta a Ibarra y su estadía extendida en la cárcel. Por un lado, uno siente un alivio de que uno de los presuntos responsables de este desmadre siga fuera de las calles. Saber que hay gente así, organizada para fregarle la vida a los demás, de verdad que agüeva. Pero por otro lado, ¿qué nos dice que un caso tarde tanto en resolverse? Lleva casi un año en preventiva y le acaban de dar tres meses más. Esto huele a que la investigación es un laberinto, con un montón de pruebas que recolectar y quién sabe cuántos más involucrados.
Al final, la noticia deja un sabor agridulce. Es bueno que el sistema funcione y mantenga a los sospechosos de delitos tan graves bajo custodia, pero la lentitud a veces es desesperante. Este caso no es solo sobre un tipo en la cárcel; es sobre una red que le arruinó la paz a decenas de familias, tanto a los que les robaron el carro como a los que, sin saberlo, compraron el problema. Es un recordatorio de que en la calle, y hasta en los sitios de venta, hay que andar con mil ojos.
Diay, maes, ¿ustedes qué opinan? ¿Confían en que la vara de la prisión preventiva de verdad ayuda a resolver estos despiches o sienten que a veces es solo patear la bola para adelante mientras los casos se enfrían? ¿Alguno ha tenido una mala experiencia con el carro en un evento de estos?
