Maes, agárrense porque este novelón político que nos tiene a todos comiéndonos las uñas ya tiene fecha de estreno para su capítulo cumbre. Después de semanas de dimes y diretes, de comisiones y audiencias, los jefes de fracción finalmente pusieron en el calendario el día D: el lunes 22 de setiembre. Ese día, en el Plenario, se va a discutir y votar si se le levanta o no la inmunidad al mismísimo presidente Rodrigo Chaves. ¡Casi nada!
La vara es así: don Rodrigo Arias, que maneja los hilos como presidente del Congreso, llegó a la reunión de jefes de fracción con la propuesta y, ¡pum!, quedó prácticamente amarrada. Eso sí, todo depende de que el presi tenga chance en su agenda, porque tiene todo el derecho de apersonarse en Cuesta de Moras. Si decide ir, le van a dar 30 minutos cronometrados para que ejerza su defensa. Media hora para jugarse el todo por el todo frente a los 57 diputados. Y si por alguna razón ese lunes se complica, ya tienen plan B y C: el martes 23 o el miércoles 24. No hay quite, de esa semana no pasa.
Lo que me parece más interesante de todo este brete es la regla de oro que impuso la presidencia legislativa: todo se resuelve en una única sesión. Aquí no va a haber tiempo para que los partidos se vayan a tomar un cafecito y a recalcular sus estrategias a medio camino. La sesión va a ser una maratón: se lee el informe de la comisión especial, habla el presidente (si asiste), se retira, y de inmediato los diputados le entran a la discusión. Cuando ya no haya más que decir, se pasa a la votación. Es un formato de “muerte súbita” que busca evitar que el asunto se dilate y se convierta en un circo de semanas. Un solo round, a ver quién pega más fuerte.
Claro, antes de llegar a ese 22 de setiembre, hay un paso previo que es clave. La comisión especial que ha estado analizando el caso, liderada por la diputada del PLN Andrea Álvarez, tiene que entregar su informe a más tardar el 8 de setiembre. Ahí es donde se va a cocinar la recomendación oficial. Después de escuchar al fiscal general y a las otras partes, ese pequeño grupo de tres diputados (Álvarez, Rocío Alfaro y Daniel Vargas) va a tener que parir un documento que será la base de toda la discusión. Tendrán unos 15 días para que el resto de los legisladores se lo estudien, lo desmenucen y preparen sus argumentos. Nadie quiere llegar a la votación sin tener la película clara, porque cualquier partido podría jalarse una torta histórica si no mide bien sus movimientos.
Y aquí es donde la cosa se pone color de hormiga: para levantar la inmunidad se necesitan, como mínimo, 38 votos. Eso es un montón. Es una mayoría calificada que obliga a las fracciones grandes y pequeñas a negociar, a hacer alianzas y, probablemente, a tragar grueso. No es una decisión que se tome a la ligera y las presiones, tanto dentro como fuera del Congreso, van a estar a la orden del día. El ambiente ya se siente tenso y, conociendo el panorama político, esto puede terminar en cualquier cosa. Podría ser un golpe de autoridad del Congreso o podría ser que todo el plan se vaya al traste si no consiguen los números.
Diay, maes, la pregunta del millón es obvia y se las tiro a ustedes: ¿Creen que los diputados van a lograr conseguir esos 38 votos? ¿O esto va a quedar en pura bulla y en un simple susto para Zapote? ¡Los leo!
La vara es así: don Rodrigo Arias, que maneja los hilos como presidente del Congreso, llegó a la reunión de jefes de fracción con la propuesta y, ¡pum!, quedó prácticamente amarrada. Eso sí, todo depende de que el presi tenga chance en su agenda, porque tiene todo el derecho de apersonarse en Cuesta de Moras. Si decide ir, le van a dar 30 minutos cronometrados para que ejerza su defensa. Media hora para jugarse el todo por el todo frente a los 57 diputados. Y si por alguna razón ese lunes se complica, ya tienen plan B y C: el martes 23 o el miércoles 24. No hay quite, de esa semana no pasa.
Lo que me parece más interesante de todo este brete es la regla de oro que impuso la presidencia legislativa: todo se resuelve en una única sesión. Aquí no va a haber tiempo para que los partidos se vayan a tomar un cafecito y a recalcular sus estrategias a medio camino. La sesión va a ser una maratón: se lee el informe de la comisión especial, habla el presidente (si asiste), se retira, y de inmediato los diputados le entran a la discusión. Cuando ya no haya más que decir, se pasa a la votación. Es un formato de “muerte súbita” que busca evitar que el asunto se dilate y se convierta en un circo de semanas. Un solo round, a ver quién pega más fuerte.
Claro, antes de llegar a ese 22 de setiembre, hay un paso previo que es clave. La comisión especial que ha estado analizando el caso, liderada por la diputada del PLN Andrea Álvarez, tiene que entregar su informe a más tardar el 8 de setiembre. Ahí es donde se va a cocinar la recomendación oficial. Después de escuchar al fiscal general y a las otras partes, ese pequeño grupo de tres diputados (Álvarez, Rocío Alfaro y Daniel Vargas) va a tener que parir un documento que será la base de toda la discusión. Tendrán unos 15 días para que el resto de los legisladores se lo estudien, lo desmenucen y preparen sus argumentos. Nadie quiere llegar a la votación sin tener la película clara, porque cualquier partido podría jalarse una torta histórica si no mide bien sus movimientos.
Y aquí es donde la cosa se pone color de hormiga: para levantar la inmunidad se necesitan, como mínimo, 38 votos. Eso es un montón. Es una mayoría calificada que obliga a las fracciones grandes y pequeñas a negociar, a hacer alianzas y, probablemente, a tragar grueso. No es una decisión que se tome a la ligera y las presiones, tanto dentro como fuera del Congreso, van a estar a la orden del día. El ambiente ya se siente tenso y, conociendo el panorama político, esto puede terminar en cualquier cosa. Podría ser un golpe de autoridad del Congreso o podría ser que todo el plan se vaya al traste si no consiguen los números.
Diay, maes, la pregunta del millón es obvia y se las tiro a ustedes: ¿Creen que los diputados van a lograr conseguir esos 38 votos? ¿O esto va a quedar en pura bulla y en un simple susto para Zapote? ¡Los leo!