Maes, si pensaban que la política tica no podía ponerse más telenovelesca, agárrense. La diputada Cynthia Córdoba, que ya hace rato anda por la libre después de mandarse del PLP, finalmente soltó la sopa y le tiró con todo al que fuera su compañero de fracción y ahora candidato, Eli Feinzaig. Y no se guardó nada: lo acusó de populista, de misógino y, para rematar, de mentiroso. ¡Así, sin anestesia! La vara es que Córdoba ve un patrón que le suena demasiado familiar, y tiene nombre y apellido: Rodrigo Chaves.
Según la diputada, Feinzaig se está jalando una torta al intentar clonar el “manual de estilo Chaves”. ¿En qué consiste? Aparentemente, en abrazar el populismo más rancio y usar la confrontación directa, especialmente contra las mujeres, como combustible para su campaña. Córdoba fue clarísima: “Qué lamentable cuando uno ve que alguien que parecía ecuánime se abraza al populismo y copia la fórmula machista y misógina del presidente”. Básicamente, lo que está diciendo es que Eli se dio cuenta de que el pleito vende y ahora está usando los mismos trucos que tanto criticaba, hasta con canales de tele que, según ella, son compísimas del gobierno.
Pero el punto más denso de la acusación es el de la “violencia simbólica”. Córdoba asegura que a Feinzaig “le ha encontrado gracioso que usar la violencia contra las mujeres es una buena estrategia para atraer votantes”. ¡Durísimo! Esto va más allá de un simple encontronazo político; es una denuncia sobre el tipo de discurso que se está normalizando. Parece que para algunos, el debate de ideas ya fue, y ahora lo que rifa es descalificar y atacar a nivel personal. Y diay, ¡qué torta! que en pleno 2025 esa siga siendo una estrategia electoral válida para alguien que se vende como “liberal” y “progresista”.
Para entender de dónde viene tanto veneno, hay que recordar el despiche que terminó con Córdoba y otros diputados declarándose independientes. Ella lo dejó picando: la razón principal fue que nunca sintió el apoyo de la cúpula del PLP, que más bien le mintieron. Por eso, el bombazo final de su declaración fue rebautizar al partido como el “Partido Liberal Machista”. ¡Auch! Con esa frase, Córdoba no solo le tira a Feinzaig, sino que le pone una lápida a su relación con toda la fracción, dejando claro que para ella, la ideología se fue al traste cuando el machismo y las mentiras se volvieron el pan de cada día.
Al final, este pleito es un síntoma de algo más grande. Por un lado, una diputada que se siente traicionada y que denuncia una estrategia política que considera tóxica y peligrosa. Por el otro, un candidato presidencial que, según ella, está dispuesto a todo con tal de ganar puntos, incluso si eso significa parecerse a su principal adversario ideológico. La política se está poniendo cada vez más personal y menos de propuestas. Y en medio de todo el enredo, quedamos nosotros, los votantes, tratando de entender quién dice la verdad y a quién le creemos.
Según la diputada, Feinzaig se está jalando una torta al intentar clonar el “manual de estilo Chaves”. ¿En qué consiste? Aparentemente, en abrazar el populismo más rancio y usar la confrontación directa, especialmente contra las mujeres, como combustible para su campaña. Córdoba fue clarísima: “Qué lamentable cuando uno ve que alguien que parecía ecuánime se abraza al populismo y copia la fórmula machista y misógina del presidente”. Básicamente, lo que está diciendo es que Eli se dio cuenta de que el pleito vende y ahora está usando los mismos trucos que tanto criticaba, hasta con canales de tele que, según ella, son compísimas del gobierno.
Pero el punto más denso de la acusación es el de la “violencia simbólica”. Córdoba asegura que a Feinzaig “le ha encontrado gracioso que usar la violencia contra las mujeres es una buena estrategia para atraer votantes”. ¡Durísimo! Esto va más allá de un simple encontronazo político; es una denuncia sobre el tipo de discurso que se está normalizando. Parece que para algunos, el debate de ideas ya fue, y ahora lo que rifa es descalificar y atacar a nivel personal. Y diay, ¡qué torta! que en pleno 2025 esa siga siendo una estrategia electoral válida para alguien que se vende como “liberal” y “progresista”.
Para entender de dónde viene tanto veneno, hay que recordar el despiche que terminó con Córdoba y otros diputados declarándose independientes. Ella lo dejó picando: la razón principal fue que nunca sintió el apoyo de la cúpula del PLP, que más bien le mintieron. Por eso, el bombazo final de su declaración fue rebautizar al partido como el “Partido Liberal Machista”. ¡Auch! Con esa frase, Córdoba no solo le tira a Feinzaig, sino que le pone una lápida a su relación con toda la fracción, dejando claro que para ella, la ideología se fue al traste cuando el machismo y las mentiras se volvieron el pan de cada día.
Al final, este pleito es un síntoma de algo más grande. Por un lado, una diputada que se siente traicionada y que denuncia una estrategia política que considera tóxica y peligrosa. Por el otro, un candidato presidencial que, según ella, está dispuesto a todo con tal de ganar puntos, incluso si eso significa parecerse a su principal adversario ideológico. La política se está poniendo cada vez más personal y menos de propuestas. Y en medio de todo el enredo, quedamos nosotros, los votantes, tratando de entender quién dice la verdad y a quién le creemos.