Okay, maes, vamos a hablar de la foto del día. Y no, no es ningún meme nuevo, es una vara que tiene más tela que cortar que un discurso en la Asamblea. Resulta que en el último Consejo de Gobierno en Limón, ¿quién creen que estaba sentada en primera fila, a cachete y con vista privilegiada? Nada más y nada menos que Laura Fernández, la exministra de Planificación y ahora candidata presidencial por Pueblo Soberano. Y no andaba sola, la acompañaban Francisco Gamboa, su fórmula a la vicepresidencia, y Esmeralda Britton, la exjefa de la JPS. O sea, el combo completo del gabinete original que ahora tiene su propio brete político.
Diay, yo no sé ustedes, pero a mí esta vara me pone a pensar. Esto no es como toparse a un ex en el supermercado y saludarse por cortesía. Esto fue un evento oficial del Gobierno, con el presidente Rodrigo Chaves al frente, y sus excolaboradores —ahora competencia directa en la carrera por la silla de Zapote— sentados como invitados de honor. Las fotos no mienten: se ven risas, abrazos, conversaditas al oído. Parecía más una reunión de fin de año de la oficina que un encuentro entre fuerzas políticas que, en teoría, deberían estar marcando distancia. La política tica es un chunche tan particular que a veces cuesta descifrarla.
Aquí es donde la cosa se pone buena. ¿Qué significa esto? Hay varias lecturas posibles. La primera, la más diplomática, es que simplemente hay "madurez política". Que a pesar de las diferencias y de que cada uno jaló para su lado, la relación personal se mantiene y pueden convivir en el mismo espacio. Lindo, tierno, pero en política, casi nada es tan simple. La segunda lectura, que es la que a mí me suena más, es que esto es una jugada de ajedrez puro y duro. Chaves, al tenerlos ahí, manda un mensaje de que no hay bronca, de que esa facción "soberana" sigue siendo parte de su círculo de confianza, aunque ahora tengan otro logo y otro color. Es una forma sutil de decir: "El movimiento soy yo, y ellos son una extensión".
Y para Laura Fernández, la movida es un gane por donde se le vea. Ir a Limón, una provincia clave, y mostrarse no como una opositora rabiosa, sino como una figura cercana al poder actual, le da una legitimidad enorme. Le permite pescar en la misma pecera de votantes que todavía le son fieles al presidente. Es como decirle a ese electorado: "Mae, todo bien, sigo siendo de las de confianza, pero con mi propio proyecto". No quema puentes y, de paso, se roba un poquito del show en un evento que no era de ella. ¡Qué nivel de estrategia si fue planeado!
Al final, lo que vimos en Limón fue la manifestación más clara del complejo ecosistema que rodea al "chavismo". No es un bloque sólido, sino una especie de galaxia con varios planetas girando alrededor del mismo sol. Este encuentro nos deja más preguntas que respuestas y confirma que la campaña que se viene no será de ataques frontales entre estos grupos, sino de movidas más finas, de guiños y gestos. La verdadera batalla será por ver quién hereda legítimamente el capital político del presidente.
Así que les tiro la bola a ustedes, maes. ¿Qué leen de todo esto? ¿Fue una simple cortesía entre viejos compañeros de brete? ¿Una bendición no oficial de Chaves a la candidatura de Fernández? ¿O fue Laura la que se les metió en la fiesta y les sacó provecho? ¡Los leo!
Diay, yo no sé ustedes, pero a mí esta vara me pone a pensar. Esto no es como toparse a un ex en el supermercado y saludarse por cortesía. Esto fue un evento oficial del Gobierno, con el presidente Rodrigo Chaves al frente, y sus excolaboradores —ahora competencia directa en la carrera por la silla de Zapote— sentados como invitados de honor. Las fotos no mienten: se ven risas, abrazos, conversaditas al oído. Parecía más una reunión de fin de año de la oficina que un encuentro entre fuerzas políticas que, en teoría, deberían estar marcando distancia. La política tica es un chunche tan particular que a veces cuesta descifrarla.
Aquí es donde la cosa se pone buena. ¿Qué significa esto? Hay varias lecturas posibles. La primera, la más diplomática, es que simplemente hay "madurez política". Que a pesar de las diferencias y de que cada uno jaló para su lado, la relación personal se mantiene y pueden convivir en el mismo espacio. Lindo, tierno, pero en política, casi nada es tan simple. La segunda lectura, que es la que a mí me suena más, es que esto es una jugada de ajedrez puro y duro. Chaves, al tenerlos ahí, manda un mensaje de que no hay bronca, de que esa facción "soberana" sigue siendo parte de su círculo de confianza, aunque ahora tengan otro logo y otro color. Es una forma sutil de decir: "El movimiento soy yo, y ellos son una extensión".
Y para Laura Fernández, la movida es un gane por donde se le vea. Ir a Limón, una provincia clave, y mostrarse no como una opositora rabiosa, sino como una figura cercana al poder actual, le da una legitimidad enorme. Le permite pescar en la misma pecera de votantes que todavía le son fieles al presidente. Es como decirle a ese electorado: "Mae, todo bien, sigo siendo de las de confianza, pero con mi propio proyecto". No quema puentes y, de paso, se roba un poquito del show en un evento que no era de ella. ¡Qué nivel de estrategia si fue planeado!
Al final, lo que vimos en Limón fue la manifestación más clara del complejo ecosistema que rodea al "chavismo". No es un bloque sólido, sino una especie de galaxia con varios planetas girando alrededor del mismo sol. Este encuentro nos deja más preguntas que respuestas y confirma que la campaña que se viene no será de ataques frontales entre estos grupos, sino de movidas más finas, de guiños y gestos. La verdadera batalla será por ver quién hereda legítimamente el capital político del presidente.
Así que les tiro la bola a ustedes, maes. ¿Qué leen de todo esto? ¿Fue una simple cortesía entre viejos compañeros de brete? ¿Una bendición no oficial de Chaves a la candidatura de Fernández? ¿O fue Laura la que se les metió en la fiesta y les sacó provecho? ¡Los leo!