Vean, maes, acaba de salir el borrador del presupuesto para el 2026 y, para no perder la costumbre, la vara viene con truco. El Gobierno presentó el plan de gastos y, aunque lo vistan con palabras bonitas, los números cantan una tonada que ya nos sabemos de memoria: la de la deuda. La noticia principal es que casi el 40% de todo el presupuesto se va a financiar pidiendo plata prestada. Sí, leyeron bien. De cada 100 colones que el país planea gastar, 38 vendrán de nueva deuda.
Pero agárrense, porque ahí no termina el enredo. Lo que de verdad me vuela la cabeza es a dónde se va la plata. Resulta que el rubro más grande, un impresionante 42,1% del presupuesto total, se destinará a pagar la deuda que ya tenemos. Piénsenlo un segundo. Es como si de cada 100 mil colones que a usted le entran al mes, 42 mil se le fueran de una vez solo para pagar la tarjeta de crédito que ya tiene hasta el cuello, y para colmo, tuviera que pedir otros 38 mil prestados para llegar a fin de mes. Es un ciclo que no para. Honestamente, ¡qué despiche!
Claro, no todo es pedir prestado para pagar. Hay aumentos en áreas clave, no se puede negar. Por ejemplo, le meten más plata a Seguridad Pública, un 9,7% más. ¡Y diay, con los 900 homicidios al año, era lo mínimo que se podía esperar! No es un lujo, es una emergencia. También hay un empujoncito para Educación, pero aquí es donde la cosa se pone agridulce. Aunque le suben un 5,3%, seguimos a años luz del 8% del PIB que manda la Constitución. O sea, celebramos que nos acercamos un poquito a una meta que por ley deberíamos haber cumplido hace rato. El brete para llegar a ese 8% parece una misión imposible.
Y como en todo presupuesto, no podía faltar el discurso de Hacienda. Salen a decir que esto es un puente entre "la responsabilidad financiera y la justicia social" y que cada colón se traduce en "servicios públicos de calidad". Traducido del politicoñol al tico de a pie: "Estamos haciendo lo que podemos con la soga al cuello". Suena bonito, pero cuando uno ve que el pago de intereses se come más plata que Educación, Seguridad y Salud JUNTOS, ese "contrato social" del que hablan se siente un poco flojo, ¿no creen?
Al final, las proyecciones económicas dicen que el país va a crecer y que la inflación se va a portar bien. ¡Qué chiva que la economía en general vaya por buen camino! Pero esa es la macroeconomía. En el día a día, en las finanzas del Estado, seguimos montados en la misma bicicleta financiera: pedimos prestado para pagar deudas viejas y cubrir los gastos nuevos. La pregunta del millón es si esta bicicleta tiene frenos o si en algún momento la cadena se va a reventar.
Maes, ¿qué opinan ustedes? ¿Es pura y simple irresponsabilidad seguir en este ciclo, o de verdad no hay otra salida para el país en este momento? ¿Creen que a este ritmo el plan país se nos puede ir al traste?
Pero agárrense, porque ahí no termina el enredo. Lo que de verdad me vuela la cabeza es a dónde se va la plata. Resulta que el rubro más grande, un impresionante 42,1% del presupuesto total, se destinará a pagar la deuda que ya tenemos. Piénsenlo un segundo. Es como si de cada 100 mil colones que a usted le entran al mes, 42 mil se le fueran de una vez solo para pagar la tarjeta de crédito que ya tiene hasta el cuello, y para colmo, tuviera que pedir otros 38 mil prestados para llegar a fin de mes. Es un ciclo que no para. Honestamente, ¡qué despiche!
Claro, no todo es pedir prestado para pagar. Hay aumentos en áreas clave, no se puede negar. Por ejemplo, le meten más plata a Seguridad Pública, un 9,7% más. ¡Y diay, con los 900 homicidios al año, era lo mínimo que se podía esperar! No es un lujo, es una emergencia. También hay un empujoncito para Educación, pero aquí es donde la cosa se pone agridulce. Aunque le suben un 5,3%, seguimos a años luz del 8% del PIB que manda la Constitución. O sea, celebramos que nos acercamos un poquito a una meta que por ley deberíamos haber cumplido hace rato. El brete para llegar a ese 8% parece una misión imposible.
Y como en todo presupuesto, no podía faltar el discurso de Hacienda. Salen a decir que esto es un puente entre "la responsabilidad financiera y la justicia social" y que cada colón se traduce en "servicios públicos de calidad". Traducido del politicoñol al tico de a pie: "Estamos haciendo lo que podemos con la soga al cuello". Suena bonito, pero cuando uno ve que el pago de intereses se come más plata que Educación, Seguridad y Salud JUNTOS, ese "contrato social" del que hablan se siente un poco flojo, ¿no creen?
Al final, las proyecciones económicas dicen que el país va a crecer y que la inflación se va a portar bien. ¡Qué chiva que la economía en general vaya por buen camino! Pero esa es la macroeconomía. En el día a día, en las finanzas del Estado, seguimos montados en la misma bicicleta financiera: pedimos prestado para pagar deudas viejas y cubrir los gastos nuevos. La pregunta del millón es si esta bicicleta tiene frenos o si en algún momento la cadena se va a reventar.
Maes, ¿qué opinan ustedes? ¿Es pura y simple irresponsabilidad seguir en este ciclo, o de verdad no hay otra salida para el país en este momento? ¿Creen que a este ritmo el plan país se nos puede ir al traste?