Maes, empecemos la semana con una vara que tiene a medio país de un pelo y al otro medio celebrando. La vara con Rodrigo Chaves es así: parece que vivimos en dos Costa Ricas diferentes. Por un lado, tenés una encuesta de Opol Consultores que básicamente lo pone en un pedestal, con una popularidad que ya muchos expresidentes quisieran para un álbum de Panini. Por otro, tenés a los académicos de la UNA pegando el grito al cielo, diciendo que el hombre está desarmando el chante democrático pieza por pieza. Diay, ¿entonces? ¿Quién tiene la razón o es que todos estamos viendo una película diferente?
Vayamos por partes, como diría el carnicero. Primero, los números que le deben sacar una sonrisa al presi cada mañana. Según Opol, un 64,5% de la gente le da el visto bueno a su gestión. Mae, eso es más de seis de cada diez ticos. Los que lo rechazan son menos de tres de cada diez (28,5%). Haciendo matemática de pulpería, sus fans triplican a sus detractores. Esto, a solo ocho meses de que entregue la banda presidencial, es un dato que no se puede ignorar. Para muchos, el mae es simple y sencillamente un carga para mantener a su gente contenta, un comunicador que supo conectar con el hartazgo popular. Le habla directo a un montón de gente que se sentía olvidada y, por lo visto, ese brete le está saliendo a cachete en términos de apoyo.
Pero ahora, agarrense, porque viene el otro lado del ring. Mientras la mayoría de la gente parece estar tuanis con Chaves, los cerebritos de la Escuela de Sociología de la UNA acaban de jalarse un informe que pinta un panorama mucho menos bonito. Ellos dicen que el estilo de Chaves, con esa forma de hablar tan confrontativa, no es casualidad. Según el análisis, su objetivo principal es "desmantelar y erosionar" los contrapesos. ¿Qué es esa vara en español? Hablamos de las instituciones que le ponen un freno al poder del presidente: la Sala IV, la Contraloría, la Asamblea Legislativa, la misma prensa. Los académicos advierten que si esa estrategia sigue, nuestra democracia podría, simple y sencillamente, irse al traste. ¡Qué despiche sería eso!
Aquí es donde la cosa se pone interesante y, para ser honestos, bien complicada. ¿Cómo es posible que una porción tan grande de la población aplauda una gestión que, según los expertos, está debilitando las bases del sistema? La respuesta, quizás, no está en los números fríos, sino en el sentimiento. Mucha gente estaba (y sigue estando) harta del despiche de la política tradicional, de la corrupción, de sentir que nada cambiaba. Chaves llegó con un discurso de "voy a patear el panal" y a muchos les encantó. Su popularidad se alimenta de esa lucha constante contra lo que él llama "los mismos de siempre". Para sus seguidores, las advertencias de la UNA no son una amenaza a la democracia, sino el berrinche de una élite que está perdiendo sus privilegios.
Entonces, cerremos con la pregunta del millón, la que nos debería quitar el sueño un poquito. Estamos ante un choque de trenes: la voluntad popular expresada en encuestas versus las advertencias institucionales de la academia. Por un lado, una democracia no es nada sin el apoyo de su gente. Por otro, tampoco sobrevive si se le quitan los frenos y contrapesos. Ambas varas son ciertas y peligrosamente contradictorias. Maes, ¿ustedes con quién están en esta? ¿Son de los que ven los números de Opol y dicen "¡Qué nivel, así se hace!" o leen el informe de la UNA y piensan "¡Qué sal, para dónde vamos?". ¿O será que, como en casi todo en esta vida, la verdad está en un incómodo punto medio? Abro el foro.
Vayamos por partes, como diría el carnicero. Primero, los números que le deben sacar una sonrisa al presi cada mañana. Según Opol, un 64,5% de la gente le da el visto bueno a su gestión. Mae, eso es más de seis de cada diez ticos. Los que lo rechazan son menos de tres de cada diez (28,5%). Haciendo matemática de pulpería, sus fans triplican a sus detractores. Esto, a solo ocho meses de que entregue la banda presidencial, es un dato que no se puede ignorar. Para muchos, el mae es simple y sencillamente un carga para mantener a su gente contenta, un comunicador que supo conectar con el hartazgo popular. Le habla directo a un montón de gente que se sentía olvidada y, por lo visto, ese brete le está saliendo a cachete en términos de apoyo.
Pero ahora, agarrense, porque viene el otro lado del ring. Mientras la mayoría de la gente parece estar tuanis con Chaves, los cerebritos de la Escuela de Sociología de la UNA acaban de jalarse un informe que pinta un panorama mucho menos bonito. Ellos dicen que el estilo de Chaves, con esa forma de hablar tan confrontativa, no es casualidad. Según el análisis, su objetivo principal es "desmantelar y erosionar" los contrapesos. ¿Qué es esa vara en español? Hablamos de las instituciones que le ponen un freno al poder del presidente: la Sala IV, la Contraloría, la Asamblea Legislativa, la misma prensa. Los académicos advierten que si esa estrategia sigue, nuestra democracia podría, simple y sencillamente, irse al traste. ¡Qué despiche sería eso!
Aquí es donde la cosa se pone interesante y, para ser honestos, bien complicada. ¿Cómo es posible que una porción tan grande de la población aplauda una gestión que, según los expertos, está debilitando las bases del sistema? La respuesta, quizás, no está en los números fríos, sino en el sentimiento. Mucha gente estaba (y sigue estando) harta del despiche de la política tradicional, de la corrupción, de sentir que nada cambiaba. Chaves llegó con un discurso de "voy a patear el panal" y a muchos les encantó. Su popularidad se alimenta de esa lucha constante contra lo que él llama "los mismos de siempre". Para sus seguidores, las advertencias de la UNA no son una amenaza a la democracia, sino el berrinche de una élite que está perdiendo sus privilegios.
Entonces, cerremos con la pregunta del millón, la que nos debería quitar el sueño un poquito. Estamos ante un choque de trenes: la voluntad popular expresada en encuestas versus las advertencias institucionales de la academia. Por un lado, una democracia no es nada sin el apoyo de su gente. Por otro, tampoco sobrevive si se le quitan los frenos y contrapesos. Ambas varas son ciertas y peligrosamente contradictorias. Maes, ¿ustedes con quién están en esta? ¿Son de los que ven los números de Opol y dicen "¡Qué nivel, así se hace!" o leen el informe de la UNA y piensan "¡Qué sal, para dónde vamos?". ¿O será que, como en casi todo en esta vida, la verdad está en un incómodo punto medio? Abro el foro.