Imagínense la escena, maes. Suena el teléfono rojo en el OIJ y en Adaptación Social. Alerta máxima: que se planea una fuga masiva, que viene un atentado en La Reforma, que se va a armar la de Troya. De inmediato se activan los protocolos, se cancelan visitas, se movilizan unidades y todo el mundo anda con el pelo parado. Al final, después de todo el correcorre, no pasa nada. ¿Un simple error? Diay, parece que no. La última del OIJ es que toda esta vara podría ser un teatro montado desde adentro. Así como lo leen: los mismos privados de libertad estarían inventando los reportes para generar un despiche monumental.
La bomba la soltó el propio director del OIJ, Randall Zúñiga. En una entrevista, el mae explicó que después de darle seguimiento a un montón de estos "soplos", no han podido confirmar ni uno solo. Cero planes reales, cero armas escondidas donde decían, cero túneles en proceso. La sospecha más fuerte que tienen ahora es que la llamada viene de la misma casa, por así decirlo. Según Zúñiga, todo apunta a que son los reos quienes filtran la información falsa para "buscar algún tipo de ganancia interna". Aunque no pueden afirmarlo al 100%, es la principal línea de investigación que le pasan a Adaptación Social, que al final es la que tiene que decidir si cancela todo o se la juega.
Pero vamos a lo que importa: ¿para qué harían algo así? Aquí es donde la vara se pone interesante. Esa "ganancia interna" es un término súper ambiguo. ¿Qué gana un reo armando este zafarrancho? Las teorías pueden ir desde lo más simple hasta lo más maquiavélico. Podría ser una forma de medir los tiempos de respuesta de la policía, un "simulacro" para ver qué tan rápido y cómo reaccionan. También podría ser una estrategia para generar caos y usar la distracción para mover cosas, ajustar cuentas entre bandas o simplemente para joderle el día a la administración. Es un juego de ajedrez donde el sistema se convierte en un peón de los mismos reclusos, y si Adaptación Social se jala una torta y confía en la alerta equivocada, el costo puede ser altísimo.
Y claro, en medio de todo este enredo, los que pagan los platos rotos son, como casi siempre, los que no tienen nada que ver. El ejemplo más claro fue el del viernes 22 de agosto. A medianoche, el Ministerio de Justicia anuncia que se cancela la visita general en todo el complejo de La Reforma. Imagínense a las familias que madrugaron, que se pegaron el viaje desde quién sabe dónde, muchas con chiquitos y comida en mano, para toparse con un portón cerrado. ¡Qué sal! Todo por una alerta que, si la tesis del OIJ es correcta, fue puro cuento de un mae aburrido o con una agenda oculta. La frustración y el gasto para esa gente es real, aunque la amenaza no lo fuera.
Al final, esto nos deja con un problema que parece un nudo ciego. El OIJ y Adaptación Social están entre la espada y la pared. Si le hacen caso a todas las alertas, viven en un estado de paranoia constante, gastan recursos a lo loco y afectan a cientos de familias. Pero si deciden ignorar una para no caer en el juego y, por salados, esa resulta ser la de verdad... el desastre sería histórico. La confianza en el sistema se va al traste y la seguridad se pone en jaque. Ahora la pregunta del millón es para ustedes, maes: ¿Qué harían? Si son falsas alarmas, es un despilfarro. Si se ignora una y resulta ser real, es una catástrofe. ¿Cómo se maneja este despiche sin que al final paguen justos por pecadores? Los leo.
La bomba la soltó el propio director del OIJ, Randall Zúñiga. En una entrevista, el mae explicó que después de darle seguimiento a un montón de estos "soplos", no han podido confirmar ni uno solo. Cero planes reales, cero armas escondidas donde decían, cero túneles en proceso. La sospecha más fuerte que tienen ahora es que la llamada viene de la misma casa, por así decirlo. Según Zúñiga, todo apunta a que son los reos quienes filtran la información falsa para "buscar algún tipo de ganancia interna". Aunque no pueden afirmarlo al 100%, es la principal línea de investigación que le pasan a Adaptación Social, que al final es la que tiene que decidir si cancela todo o se la juega.
Pero vamos a lo que importa: ¿para qué harían algo así? Aquí es donde la vara se pone interesante. Esa "ganancia interna" es un término súper ambiguo. ¿Qué gana un reo armando este zafarrancho? Las teorías pueden ir desde lo más simple hasta lo más maquiavélico. Podría ser una forma de medir los tiempos de respuesta de la policía, un "simulacro" para ver qué tan rápido y cómo reaccionan. También podría ser una estrategia para generar caos y usar la distracción para mover cosas, ajustar cuentas entre bandas o simplemente para joderle el día a la administración. Es un juego de ajedrez donde el sistema se convierte en un peón de los mismos reclusos, y si Adaptación Social se jala una torta y confía en la alerta equivocada, el costo puede ser altísimo.
Y claro, en medio de todo este enredo, los que pagan los platos rotos son, como casi siempre, los que no tienen nada que ver. El ejemplo más claro fue el del viernes 22 de agosto. A medianoche, el Ministerio de Justicia anuncia que se cancela la visita general en todo el complejo de La Reforma. Imagínense a las familias que madrugaron, que se pegaron el viaje desde quién sabe dónde, muchas con chiquitos y comida en mano, para toparse con un portón cerrado. ¡Qué sal! Todo por una alerta que, si la tesis del OIJ es correcta, fue puro cuento de un mae aburrido o con una agenda oculta. La frustración y el gasto para esa gente es real, aunque la amenaza no lo fuera.
Al final, esto nos deja con un problema que parece un nudo ciego. El OIJ y Adaptación Social están entre la espada y la pared. Si le hacen caso a todas las alertas, viven en un estado de paranoia constante, gastan recursos a lo loco y afectan a cientos de familias. Pero si deciden ignorar una para no caer en el juego y, por salados, esa resulta ser la de verdad... el desastre sería histórico. La confianza en el sistema se va al traste y la seguridad se pone en jaque. Ahora la pregunta del millón es para ustedes, maes: ¿Qué harían? Si son falsas alarmas, es un despilfarro. Si se ignora una y resulta ser real, es una catástrofe. ¿Cómo se maneja este despiche sin que al final paguen justos por pecadores? Los leo.