Maes, ¿se dieron cuenta de la vara del Liceo de Heredia? Diay, uno se mete a leer las noticias del día esperando encontrar el típico desmadre de la platina o algún político que se jaló una torta, pero se topa con esto y de verdad que el café de la mañana le sabe diferente. Resulta que el cole tuvo que suspender lecciones por una amenaza de tiroteo que andaba dando vueltas en redes. Y aunque hoy ya todo volvió a la “normalidad” y los güilas están en clases, a mí me queda un sinsabor, una sensación de que estamos viendo solo la punta del iceberg de un problema mucho más denso.
Y es que, seamos honestos, ¡qué despiche que se arma con una vara así! Un pantallazo, un mensaje reenviado mil veces y listo, el pánico colectivo se desata. Los tatas corriendo a sacar a los hijos, los profes con un estrés que ni para qué les cuento, y los mismos estudiantes que deberían estar preocupados por el examen de mate, ahora tienen que andar viendo por encima del hombro. La noticia dice que el MEP y la Dirección Regional activaron los protocolos. Suena muy oficial y todo, pero en la práctica, se siente como un parche. Suspender las clases un día es una medida de contención, pero no soluciona el problema de fondo: ¿por qué un carajillo llega al punto de siquiera pensar en hacer una amenaza así?
Lo que más me pone a pensar es la declaración que cita CRHoy, donde la Dirección Regional dice que "este tipo de hechos son recurrentes". ¡Perdón! ¿Recurrentes? Diay, mae, aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. Normalizar que en los colegios de Costa Rica haya amenazas de tiroteo de forma "recurrente" es una pésima señal. Es aceptar que la violencia y el miedo se están volviendo parte del menú diario en la educación. El MEP dice que activan protocolos con el PANI, la Fuerza Pública y hasta el Ministerio Público, y está bien, ese es su brete. Pero, ¿y la raíz del asunto? ¿La salud mental de los estudiantes? ¿El ambiente que se vive en las aulas y en las casas que lleva a un güila a este nivel de desesperación o de búsqueda de atención?
A mí me parece que esta situación del Liceo de Heredia es un síntoma de algo más grande. Es el reflejo de una sociedad que está hasta el cuello de broncas y que, como siempre, revienta por el lado más vulnerable: los jóvenes. Las redes sociales, que podrían ser una herramienta tuanis, se convierten en un megáfono para el caos. Y mientras los adultos nos preocupamos por la reunión de la oficina o el próximo pago del marchamo, parece que la tranquilidad en los coles se nos está yendo al traste de a poquitos, amenaza por amenaza, protocolo por protocolo.
Al final, los estudiantes y profes volvieron a las aulas, sí. Pero, ¿con qué tranquilidad? ¿Con la certeza de que no va a volver a pasar? ¡Qué va! Volver a clases no es un "final feliz", es solo ponerle una curita a una herida que sigue abierta y que nadie parece saber cómo suturar. La vara no es si la amenaza era real o no; el problema es que la posibilidad exista y que ya no nos sorprenda tanto. Diay, maes, ¿qué opinan ustedes? ¿Es pura hablada de carajillos aburridos o de verdad estamos frente a un problema más gordo que el MEP no está sabiendo cómo manejar? ¿Qué harían ustedes si fueran los tatas de un güila de ese cole? Los leo.
Y es que, seamos honestos, ¡qué despiche que se arma con una vara así! Un pantallazo, un mensaje reenviado mil veces y listo, el pánico colectivo se desata. Los tatas corriendo a sacar a los hijos, los profes con un estrés que ni para qué les cuento, y los mismos estudiantes que deberían estar preocupados por el examen de mate, ahora tienen que andar viendo por encima del hombro. La noticia dice que el MEP y la Dirección Regional activaron los protocolos. Suena muy oficial y todo, pero en la práctica, se siente como un parche. Suspender las clases un día es una medida de contención, pero no soluciona el problema de fondo: ¿por qué un carajillo llega al punto de siquiera pensar en hacer una amenaza así?
Lo que más me pone a pensar es la declaración que cita CRHoy, donde la Dirección Regional dice que "este tipo de hechos son recurrentes". ¡Perdón! ¿Recurrentes? Diay, mae, aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. Normalizar que en los colegios de Costa Rica haya amenazas de tiroteo de forma "recurrente" es una pésima señal. Es aceptar que la violencia y el miedo se están volviendo parte del menú diario en la educación. El MEP dice que activan protocolos con el PANI, la Fuerza Pública y hasta el Ministerio Público, y está bien, ese es su brete. Pero, ¿y la raíz del asunto? ¿La salud mental de los estudiantes? ¿El ambiente que se vive en las aulas y en las casas que lleva a un güila a este nivel de desesperación o de búsqueda de atención?
A mí me parece que esta situación del Liceo de Heredia es un síntoma de algo más grande. Es el reflejo de una sociedad que está hasta el cuello de broncas y que, como siempre, revienta por el lado más vulnerable: los jóvenes. Las redes sociales, que podrían ser una herramienta tuanis, se convierten en un megáfono para el caos. Y mientras los adultos nos preocupamos por la reunión de la oficina o el próximo pago del marchamo, parece que la tranquilidad en los coles se nos está yendo al traste de a poquitos, amenaza por amenaza, protocolo por protocolo.
Al final, los estudiantes y profes volvieron a las aulas, sí. Pero, ¿con qué tranquilidad? ¿Con la certeza de que no va a volver a pasar? ¡Qué va! Volver a clases no es un "final feliz", es solo ponerle una curita a una herida que sigue abierta y que nadie parece saber cómo suturar. La vara no es si la amenaza era real o no; el problema es que la posibilidad exista y que ya no nos sorprenda tanto. Diay, maes, ¿qué opinan ustedes? ¿Es pura hablada de carajillos aburridos o de verdad estamos frente a un problema más gordo que el MEP no está sabiendo cómo manejar? ¿Qué harían ustedes si fueran los tatas de un güila de ese cole? Los leo.
