Agárrense, maes, porque la novela política del año está por llegar a su clímax. Después de semanas de dimes y diretes, el presidente del Congreso, don Rodrigo Arias, finalmente soltó la sopa: ya hay fecha tentativa para que los diputados decidan si le quitan o no el fuero a Rodrigo Chaves. Marque los calendarios, porque la semana del 22 de setiembre es cuando se define si el Presidente enfrenta la acusación por el ya famoso caso BCIE-Cariñitos. Diay, parece que el circo por fin va a tener su función estelar, y las entradas van a estar caras.
Pero vamos por partes, porque este despiche tiene más enredos que un tamal mal amarrado. Antes del gran día en el Plenario, hay un preámbulo clave. Una Comisión Especial de tres diputados tiene que entregar su tarea. El próximo lunes 8 de setiembre, estos tres personajes votarán su recomendación. Y aquí es donde la vara se pone interesante, porque hay tres posibles escenarios. El ideal (para los que quieren claridad) es un informe de mayoría que diga "sí, quítenle el fuero" o "no, déjenlo quieto". Pero como estamos en Costa Rica, también podríamos tener un informe de mayoría y uno de minoría (un pleito cantado), o el escenario más caótico de todos: tres informes por separado, donde cada diputado sale con su propio berrinche... digo, con sus propias conclusiones. ¡Imagínense ese zafarrancho!
Una vez que la comisión entregue ese chunche, el informe llegará al Plenario y ahí sí que empieza el show de verdad. La idea, según Arias, es que todo se resuelva en una sola sesión maratónica. El propio presidente Chaves podrá llegar a la Asamblea a defenderse y tendrá hasta 30 minutos para echar su discurso. Imagínense la escena: el mandatario, en el corazón del Primer Poder de la República, explicando por qué no deberían tocarle la inmunidad. Después de su monólogo, tendrá que jalar, y entonces se abre la pista para que los 57 diputados hagan lo suyo. Cada uno tendrá hasta 15 minutos de fama para soltar sus argumentos, y si a las 6:55 p.m. todavía hay gente haciendo fila para hablar, ¡salados!, se cierra el debate y a votar se ha dicho.
Ahora, aquí es donde la puerca tuerce el rabo. Para que el levantamiento del fuero sea una realidad, no basta con una mayoría simple. Esta no es una vara de votar por el próximo feriado. Se necesita el voto afirmativo de 38 diputados, ni uno más, ni uno menos. Eso equivale a dos tercios del Congreso, un número que, en el ajedrez político actual, es casi como pedir un milagro. Conseguir ese consenso requiere una alineación de planetas que ni en el Planetario se ve muy a menudo. Si lo logran, el caso pasa a manos de la Corte Suprema de Justicia para que la procesión continúe. Si no, pues todo este brete se irá al traste, el Presidente mantendrá su escudo y aquí no ha pasado nada... al menos en el papel.
Al final del día, esto es mucho más que un simple procedimiento legal; es un pulso de poder en toda regla que definirá el resto del mandato de Chaves y la relación entre la Presidencia y el Congreso. Estamos a punto de ver quién tiene más músculo político, quién negocia mejor en los pasillos y quién, finalmente, se sale con la suya en este drama nacional. La mesa está servida para uno de los capítulos más tensos de nuestra política reciente.
Así que, compas del foro, la pregunta del millón es: más allá del sí o el no, ¿qué significa todo este despiche para la democracia tica? ¿Creen que de verdad se conseguirán los 38 votos o esto es puro teatro político para desgastar al gobierno? ¡Los leo!
Pero vamos por partes, porque este despiche tiene más enredos que un tamal mal amarrado. Antes del gran día en el Plenario, hay un preámbulo clave. Una Comisión Especial de tres diputados tiene que entregar su tarea. El próximo lunes 8 de setiembre, estos tres personajes votarán su recomendación. Y aquí es donde la vara se pone interesante, porque hay tres posibles escenarios. El ideal (para los que quieren claridad) es un informe de mayoría que diga "sí, quítenle el fuero" o "no, déjenlo quieto". Pero como estamos en Costa Rica, también podríamos tener un informe de mayoría y uno de minoría (un pleito cantado), o el escenario más caótico de todos: tres informes por separado, donde cada diputado sale con su propio berrinche... digo, con sus propias conclusiones. ¡Imagínense ese zafarrancho!
Una vez que la comisión entregue ese chunche, el informe llegará al Plenario y ahí sí que empieza el show de verdad. La idea, según Arias, es que todo se resuelva en una sola sesión maratónica. El propio presidente Chaves podrá llegar a la Asamblea a defenderse y tendrá hasta 30 minutos para echar su discurso. Imagínense la escena: el mandatario, en el corazón del Primer Poder de la República, explicando por qué no deberían tocarle la inmunidad. Después de su monólogo, tendrá que jalar, y entonces se abre la pista para que los 57 diputados hagan lo suyo. Cada uno tendrá hasta 15 minutos de fama para soltar sus argumentos, y si a las 6:55 p.m. todavía hay gente haciendo fila para hablar, ¡salados!, se cierra el debate y a votar se ha dicho.
Ahora, aquí es donde la puerca tuerce el rabo. Para que el levantamiento del fuero sea una realidad, no basta con una mayoría simple. Esta no es una vara de votar por el próximo feriado. Se necesita el voto afirmativo de 38 diputados, ni uno más, ni uno menos. Eso equivale a dos tercios del Congreso, un número que, en el ajedrez político actual, es casi como pedir un milagro. Conseguir ese consenso requiere una alineación de planetas que ni en el Planetario se ve muy a menudo. Si lo logran, el caso pasa a manos de la Corte Suprema de Justicia para que la procesión continúe. Si no, pues todo este brete se irá al traste, el Presidente mantendrá su escudo y aquí no ha pasado nada... al menos en el papel.
Al final del día, esto es mucho más que un simple procedimiento legal; es un pulso de poder en toda regla que definirá el resto del mandato de Chaves y la relación entre la Presidencia y el Congreso. Estamos a punto de ver quién tiene más músculo político, quién negocia mejor en los pasillos y quién, finalmente, se sale con la suya en este drama nacional. La mesa está servida para uno de los capítulos más tensos de nuestra política reciente.
Así que, compas del foro, la pregunta del millón es: más allá del sí o el no, ¿qué significa todo este despiche para la democracia tica? ¿Creen que de verdad se conseguirán los 38 votos o esto es puro teatro político para desgastar al gobierno? ¡Los leo!