Mae, si usted pensaba que la política tica estaba tranquila, agárrese. Porque el novelón que se tiene el partido Pueblo Soberano (PPSO) con sus procesos internos ya parece serie de Netflix, y el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) se convirtió en el protagonista que tiene que poner orden en el familión. Resulta que les llovieron diez recursos de amparo electoral de su propia gente, todos quejándose de alguna vara en la elección de sus candidatos. Y diay, después de revisar todo el despiche, el TSE básicamente les dijo que no a nueve de ellos. Una bateada casi perfecta.
Primero, hablemos de los que llegaron tarde a la fiesta. Tres de los recursos se fueron al traste de una vez por “prescripción”. O sea, los presentaron fuera de los tres días que da la ley. Imagínese la escena: Raúl Muñoz, Gerardo Medina y Edwin Estrada llegando sofocados a la ventanilla del TSE con los papeles en la mano, y el guarda diciéndoles: “Upa, mi lita, ya cerramos”. Alegaban irregularidades con las precandidaturas a la presidencia y a diputaciones, pero se les pasó el tren. Diay, es como querer apelar el examen final una semana después de que entregaron las notas. ¡Salados!
Luego está el grupo de los que tocaron la puerta equivocada. Varios de los quejosos, como Carlos Vázquez, llegaron con amparos que, según el TSE, no eran amparos. Vázquez se quejaba de que en la votación usaron “nóminas preelaboradas” (listas ya hechas, para que nos entendamos) y que convocaron a asambleas para corregir tortas antes de que se resolvieran otros pleitos. El TSE les respondió con un elegante “mae, esa no es la vía, esto es un tema de ‘mera legalidad’ y se pelea en otro lado”. Lo mismo le pasó a Giovanni Morales, quien denunció que lo estaban presionando para que quitara su nombre. El Tribunal dijo que eso sonaba más a un problema administrativo interno que a una violación de derechos para un amparo. Básicamente, les dijeron que su reclamo era para otra ventanilla.
Y para ponerle la cereza al pastel, están los casos que sí se analizaron a fondo y que igual no llegaron a nada. Un tal Rodolfo Mora alegó que la cuota para inscribirse era carísima y desproporcionada... pero el mae ni siquiera llegó a inscribirse como precandidato. Es como quejarse del precio de las entradas al concierto sin haber intentado comprarlas. En otro giro de la trama, Xinia Molina y Carlos Villanueva juraban y perjuraban que los habían borrado de las listas de votación. Pero el TSE revisó los papeles y ¡sorpresa!, sus nombres sí estaban ahí y sí participaron. ¡Qué torta! Uno no sabe si reír o preocuparse por el nivel de organización que se manejan.
El único rayito de luz en todo este enredo fue para Iliana Ruiz. El Tribunal sí le dio parcialmente la razón, reconociendo que hubo un “ambiente de presión” para que ella renunciara a su candidatura, lo cual sí afecta el derecho a la participación política. Pero, ¿saben qué es lo más irónico? No se ordenó corregir nada en el proceso del partido porque, días antes del fallo, ella misma dijo que ya no quería seguir en la contienda. O sea, el TSE le dijo “sí, tenías razón”, pero fue un gane simbólico, porque en la práctica todo siguió igual. Es como ganar un juicio pero que el premio ya no exista.
Y la novela no termina. Todavía quedan dos recursos más del insistente Carlos Vázquez, uno por la bendita cuota de inscripción y otro, que es una joya, ¡porque lo sacaron de un grupo de WhatsApp de delegados nacionales! Aparentemente, ese chat era el canal oficial para coordinar todo lo importante del partido. Ser excluido de ahí es el equivalente moderno al exilio político. Así está la vara en Pueblo Soberano: un pleito tras otro que deja más dudas que certezas sobre su capacidad de organizarse. Ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿Es esto el “calor” normal de la democracia interna o un puro circo que presagia más problemas a futuro? ¿Le ven chance a un partido que empieza con este despiche?
Primero, hablemos de los que llegaron tarde a la fiesta. Tres de los recursos se fueron al traste de una vez por “prescripción”. O sea, los presentaron fuera de los tres días que da la ley. Imagínese la escena: Raúl Muñoz, Gerardo Medina y Edwin Estrada llegando sofocados a la ventanilla del TSE con los papeles en la mano, y el guarda diciéndoles: “Upa, mi lita, ya cerramos”. Alegaban irregularidades con las precandidaturas a la presidencia y a diputaciones, pero se les pasó el tren. Diay, es como querer apelar el examen final una semana después de que entregaron las notas. ¡Salados!
Luego está el grupo de los que tocaron la puerta equivocada. Varios de los quejosos, como Carlos Vázquez, llegaron con amparos que, según el TSE, no eran amparos. Vázquez se quejaba de que en la votación usaron “nóminas preelaboradas” (listas ya hechas, para que nos entendamos) y que convocaron a asambleas para corregir tortas antes de que se resolvieran otros pleitos. El TSE les respondió con un elegante “mae, esa no es la vía, esto es un tema de ‘mera legalidad’ y se pelea en otro lado”. Lo mismo le pasó a Giovanni Morales, quien denunció que lo estaban presionando para que quitara su nombre. El Tribunal dijo que eso sonaba más a un problema administrativo interno que a una violación de derechos para un amparo. Básicamente, les dijeron que su reclamo era para otra ventanilla.
Y para ponerle la cereza al pastel, están los casos que sí se analizaron a fondo y que igual no llegaron a nada. Un tal Rodolfo Mora alegó que la cuota para inscribirse era carísima y desproporcionada... pero el mae ni siquiera llegó a inscribirse como precandidato. Es como quejarse del precio de las entradas al concierto sin haber intentado comprarlas. En otro giro de la trama, Xinia Molina y Carlos Villanueva juraban y perjuraban que los habían borrado de las listas de votación. Pero el TSE revisó los papeles y ¡sorpresa!, sus nombres sí estaban ahí y sí participaron. ¡Qué torta! Uno no sabe si reír o preocuparse por el nivel de organización que se manejan.
El único rayito de luz en todo este enredo fue para Iliana Ruiz. El Tribunal sí le dio parcialmente la razón, reconociendo que hubo un “ambiente de presión” para que ella renunciara a su candidatura, lo cual sí afecta el derecho a la participación política. Pero, ¿saben qué es lo más irónico? No se ordenó corregir nada en el proceso del partido porque, días antes del fallo, ella misma dijo que ya no quería seguir en la contienda. O sea, el TSE le dijo “sí, tenías razón”, pero fue un gane simbólico, porque en la práctica todo siguió igual. Es como ganar un juicio pero que el premio ya no exista.
Y la novela no termina. Todavía quedan dos recursos más del insistente Carlos Vázquez, uno por la bendita cuota de inscripción y otro, que es una joya, ¡porque lo sacaron de un grupo de WhatsApp de delegados nacionales! Aparentemente, ese chat era el canal oficial para coordinar todo lo importante del partido. Ser excluido de ahí es el equivalente moderno al exilio político. Así está la vara en Pueblo Soberano: un pleito tras otro que deja más dudas que certezas sobre su capacidad de organizarse. Ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿Es esto el “calor” normal de la democracia interna o un puro circo que presagia más problemas a futuro? ¿Le ven chance a un partido que empieza con este despiche?